SAGA Rev. Cienc. Multidiscip. | e-ISSN 3073-1151 | Abril-Junio, 2025 | vol. 2 | núm. 2 | pág. 689-710
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Velasco Espinal, J. A., Arizmendi García, J., Martínez Jaimes, H., Madrid González, D. A.,
Pérez Jardón, D. I., Angeles Chimal, G., & Martínez Gutiérrez, A.
REVISTA CIENTÍFICA MULTIDISCIPLINAR SAGA
https://doi.org/10.63415/saga.v2i2.136
Artículo de Investigación
Depresión en México: Un análisis de su impacto en la salud pública y la
calidad de vida
Depression in Mexico: An analysis of its impact on public health and quality of life
1
Universidad del Valle de Cuernavaca, Cuernavaca, Morelos
INFORMACIÓN DEL
ARTÍCULO
Historial del artículo
Recibido: 15/04/2025
Aceptado: 28/05/2025
Publicado: 16/06/2025
Palabras clave:
accesibilidad, atención
psicológica, depresión,
estigmatización, salud
mental, sintomatología
ARTICLE INFO
Article history:
Received: 04/15/2025
Accepted: 05/28/2025
Published: 06/16/2025
Keywords:
accessibility, depression,
mental health,
psychological care,
stigma, symptomatology
INFORMAÇÕES DO
ARTIGO
Histórico do artigo:
Recebido: 15/04/2025
Aceito: 28/05/2025
Publicado: 16/06/2025
Palavras-chave:
RESUMEN
Este estudio analiza la prevalencia de sintomatología depresiva y las barreras de acceso al
diagnóstico y tratamiento en una muestra de 1,400 personas adultas en México. Se aplicó
un cuestionario virtual con preguntas de opción múltiple orientadas a detectar síntomas
frecuentes de depresión, condiciones de salud, percepciones sobre la calidad de vida,
estigmatización, y actitudes frente a la atención en salud mental. Los resultados indican
que más del 50 % de los participantes ha experimentado tristeza persistente, pérdida de
interés en actividades, alteraciones del sueño, pensamientos negativos o cambios en
apetito. Sin embargo, solo el 22.7 % ha recibido un diagnóstico profesional y apenas el
9.1 % se encuentra en tratamiento actualmente. El 88 % considera que los servicios de
salud mental son poco o moderadamente accesibles, y un 44.5 % ha sido testigo de
estigmatización. La calidad de vida se percibe como regular o baja en más del 35 % de los
casos, y el 42.7 % reportó que la depresión ha afectado su desempeño laboral o escolar.
Las motivaciones principales para buscar atención incluyen la disponibilidad de servicios
gratuitos y cercanos (42.7 %) y la recomendación de un profesional o familiar (20.9 %).
Estos hallazgos permiten visibilizar el desfase entre la prevalencia de síntomas y el acceso
a atención oportuna, y proporcionan evidencia útil para el diseño de intervenciones
comunitarias y políticas públicas de salud mental.
ABSTRACT
This study analyzes the prevalence of depressive symptoms and the barriers to diagnosis
and treatment among a sample of 1,400 adults in Mexico. A virtual questionnaire with
multiple-choice questions was applied to identify frequent symptoms of depression,
health-related conditions, perceptions of quality of life, experiences of stigmatization, and
attitudes toward mental health care. Results show that over 50% of participants reported
persistent sadness, loss of interest in activities, sleep disturbances, negative thoughts, or
appetite changes. However, only 22.7% had received a professional diagnosis, and just
9.1% were currently undergoing treatment. Additionally, 88% perceived mental health
services as only moderately or poorly accessible, and 44.5% reported having witnessed
stigma toward individuals with mental disorders. More than 35% rated their recent quality
of life as fair or poor, and 42.7% acknowledged that depression had affected their
academic or job performance. The primary motivations to seek help included free and
nearby access to services (42.7%) and a recommendation from a professional or relative
(20.9%). These findings highlight the gap between the high prevalence of symptoms and
Jorge Angel Velasco Espinal
1
Hannia Martínez Jaimes
1
,
Jorge Arizmendi García
1
,
,
Daniel Alberto Madrid González
1
,
Dulce Isabel Pérez Jardón
1
,
Guadalupe Angeles Chimal
1
,
Aylin Martínez Gutiérrez
1
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Velasco Espinal, J. A., Arizmendi García, J., Martínez Jaimes, H., Madrid González, D. A.,
Pérez Jardón, D. I., Angeles Chimal, G., & Martínez Gutiérrez, A.
acessibilidade,
atendimento psicológico,
depressão,
estigmatização, saúde
mental, sintomatologia
the low levels of formal care, offering empirical evidence to support the development of
community-based interventions and public mental health policies.
RESUMO
Este estudo analisa a prevalência de sintomas depressivos e as barreiras de acesso ao
diagnóstico e tratamento em uma amostra de 1.400 pessoas adultas no México. Foi
aplicado um questionário virtual com perguntas de múltipla escolha voltadas para
detectar sintomas frequentes de depressão, condições de saúde, percepções sobre a
qualidade de vida, estigmatização e atitudes frente ao atendimento em saúde mental. Os
resultados indicam que mais de 50% dos participantes experimentaram tristeza
persistente, perda de interesse por atividades, alterações no sono, pensamentos
negativos ou mudanças no apetite. No entanto, apenas 22,7% receberam um diagnóstico
profissional e apenas 9,1% estão atualmente em tratamento. Cerca de 88% consideram
que os serviços de saúde mental são pouco ou moderadamente acessíveis, e 44,5%
relataram ter presenciado situações de estigmatização. A qualidade de vida é percebida
como regular ou baixa em mais de 35% dos casos, e 42,7% afirmaram que a depressão
afetou seu desempenho no trabalho ou nos estudos. As principais motivações para buscar
atendimento incluem a disponibilidade de serviços gratuitos e próximos (42,7%) e a
recomendação de um profissional ou familiar (20,9%). Esses achados evidenciam o
descompasso entre a prevalência dos sintomas e o acesso oportuno ao cuidado,
oferecendo subsídios importantes para o desenvolvimento de intervenções comunitárias
e políticas públicas de saúde mental.
Forma sugerida de citar (APA):
Velasco Espinal, J. A., Arizmendi García, J., Martínez Jaimes, H., Madrid González, D. A., Pérez Jardón, D. I.,
Angeles Chimal, G., & Martínez Gutiérrez, A. (2025). Depresión en México: Un análisis de su impacto en la salud
pública y la calidad de vida. Revista Científica Multidisciplinar SAGA, 2(2), 689-710.
https://doi.org/10.63415/saga.v2i2.136
INTRODUCCIÓN
La depresión representa uno de los desafíos
más urgentes en materia de salud pública a
nivelmundial. De acuerdo con laOrganización
Mundial de la Salud (2023), este trastorno
mental afecta a más de 280 millones de
personas en todo el mundo, ubicándose como
una de las principales causas de discapacidad y
sufrimiento humano. En América Latina, y
particularmente en México, esta problemática
ha cobrado relevancia en los últimos años
debido al aumento de casos, el escaso acceso a
servicios de salud mentaly elimpacto negativo
en la calidad de vida, la productividad y las
relaciones sociales de quienes la padecen
(OPS, 2023; INEGI, 2023).
En el contexto nacional, diversas encuestas
de salud han evidenciado un incremento
sostenido en los indicadores de
sintomatología depresiva. La Encuesta
Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT,
2022) reveló que una
proporción considerable de adolescentes y
adultosmexicanospresentansíntomas
consistentes con depresión, aunque la mayoría
de ellos no reciben atención profesional. Esto
se debe, entre otros factores, al estigma social
que persiste en torno a los trastornos
mentales, a la limitada infraestructura
especializada, y a las barreras económicas y
geográficas que restringen el acceso a
atención adecuada (González-Forteza,
Ramos-Lira y Medina-Mora, 2021; Medina-
Mora et al., 2021).
Investigaciones recientes como las de
Benjet, Borges y Medina-Mora (2021) y
Cuijpers et al. (2022) han explorado la
efectividad de diversas intervenciones para la
depresión, destacando la necesidad de un
abordaje integral que considere tanto factores
clínicoscomodeterminantessociales.
Además, la OPS (2023) y el Plan Sectorial de
Salud Mental y Adicciones 2023–2024 de la
Secretaría de Salud (2023) han hecho hincapié
en la urgencia de fortalecer las políticas
Esta obra está bajo una licencia internacional
Creative Commons de Atribución No Comercial 4.0
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Pérez Jardón, D. I., Angeles Chimal, G., & Martínez Gutiérrez, A.
públicas en salud mental, especialmente en
regiones marginadas donde la atención es
prácticamenteinexistente.Anivel
internacional, la literatura también muestra
cómo factores estructurales como la pobreza,
el desempleo, el aislamiento social y la
violencia están estrechamente relacionados
con la aparición y cronicidad de los síntomas
depresivos (Andrade et al., 2020; Vega y
Alegría, 2020).
Este artículo presenta un análisis empírico
sobre la prevalencia, factores asociados y
percepciones sociales en torno a la depresión
en la población mexicana adulta, basado en
una muestra de 1,400 participantes. Se empleó
unenfoquecuantitativo,transversaly
descriptivo, a través de un cuestionario
estructurado difundido de manera virtual. El
objetivo es identificar patrones y obstáculos
comunes relacionados con el diagnóstico y
tratamiento de la depresión, así como evaluar
el grado de estigmatización y la existencia de
redes de apoyo social. La hipótesis que guía
esta investigación plantea que una proporción
significativa depersonasconsíntomas
depresivos no ha recibido atención profesional
debidoala combinación de barreras
estructurales, desconocimientoy
estigmatización.
La importancia de este estudio radica en su
capacidad para aportar datos recientes y
representativos que pueden ser utilizados en la
formulacióndepolíticaspúblicasmás
inclusivas y eficaces.Asimismo, busca
contribuir a la literatura científica nacional
sobre salud mental y generar evidencia para
respaldar estrategias comunitarias, campañas
de sensibilización y programas educativos
enfocados en la detección temprana y el
tratamiento oportuno de la depresión.
METODOLOGÍA
El estudio incluyó a una muestra de 1,400
personasadultas,seleccionadaspor
conveniencia a través de un cuestionario
virtual distribuido en redes sociales, correos
electrónicos, grupos comunitarios y
plataformas académicas. Los criterios de
inclusión fueron: ser mayor de 18 años, residir
en México y aceptar participar de forma
voluntaria en la encuesta. Se excluyeron las
respuestas duplicadas o aquellas con campos
claveincompletos. La muestraabarcó un rango
de edad entre 18 y 65 años, con representación
de ambos sexos, niveles educativos diversos
(desdesecundariahastaposgrado),y
procedencia tanto de zonas urbanas como
rurales. Selogró una distribución
relativamente equitativa por regiones del país,
lo que permitió capturar una variedad de
contextos socioculturales.
Se empleó un muestreo no probabilístico
por conveniencia, dada lanaturaleza virtualdel
instrumento y las restricciones logísticas. El
cuestionario fue difundido entre los meses de
marzo y mayo de 2025 a través de plataformas
digitales,garantizandoelanonimato,la
privacidad y la participación voluntaria de los
sujetos. Aunque no se calculó un margen de
error estadístico formal, se procuró una
cobertura geográfica y demográfica amplia,
buscando la mayor heterogeneidad posible
entre los participantes. Se supervisó el proceso
de recolección de datos para evitar sesgos de
selección y se depuraron las respuestas no
válidas antes del análisis.
Para la recolección de datos, se diseñó un
cuestionario estructurado conformado por 20
preguntas de opción múltiple, además de un
apartado inicial para datos sociodemográficos
(edad, género, nivel educativo, lugar de
residencia,condiciónlaboral,etc.).Las
preguntas del instrumento evaluaron diversos
aspectos, entre ellos: la presencia de síntomas
depresivos frecuentes, el nivel de interés o
placer en actividades cotidianas, la percepción
de acceso a servicios de salud mental, la
existencia de redes de apoyo, el estigma
percibido hacia la salud mental y las barreras
para buscar atención. Algunas preguntas
emplearon escalas tipo Likert de frecuencia. El
cuestionario fue validado mediante juicio de
expertos en salud pública, psiquiatría y
psicología clínica. Asimismo, se realizó una
prueba piloto con 50 personas para comprobar
la claridad, coherencia interna y confiabilidad
del instrumento, haciendo ajustes posteriores
antes de su aplicación definitiva.
El presente estudio adoptó un diseño no
experimental, transversal y de tipo descriptivo.
Esta elección metodológica fue adecuada para
obtener un panorama general de la situación
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Pérez Jardón, D. I., Angeles Chimal, G., & Martínez Gutiérrez, A.
actual de la depresión en México desde la
perspectivadelapoblaciónadulta.Al
recolectar los datos en un solo momento
temporal, se evitó la influencia de factores de
seguimiento o intervención directa. El análisis
de los datos se efectuó con el apoyo de
software Microsoft Excel y SPSS. Se aplicaron
procedimientos deestadística descriptiva
comofrecuencias absolutas yrelativas,
porcentajes y medidas de tendencia central.
Además, se generaron
representaciones gráficas (barras y
pastel) para visualizar los resultados de
manera accesible. Este enfoque permitió
caracterizar el fenómeno con rigor y facilitar la
interpretación para la formulación de
recomendaciones en salud pública.
RESULTADOS
A continuación, se presentan los hallazgos
derivados del cuestionario aplicado a una
muestra de 1,400 personas adultas en México.
Los resultados se organizaron según la
frecuencia y distribución de las respuestas para
cada ítem del instrumento, sin interpretación
de los datos, la cual se abordará en la sección
de discusión.
1. Frecuenciadesentirsedecaído,
deprimido o sin esperanza
Una de las preguntas fundamentales para
identificar la sintomatología depresiva en la
población fue: “¿Con qué frecuencia se ha
sentido triste o sin esperanza en las últimas
semanas?”. Este indicador forma parte de los
criterios centrales para el diagnóstico clínico
de la depresión y refleja directamente el
estado emocional general de una persona. La
tristeza persistenteola
desesperanzason
manifestaciones clave de un trastorno afectivo
que puede afectar de manera severa el
bienestarpsicológico,elfuncionamiento
cotidiano y la salud física.
Los resultados muestran que el 42.7 % de
los participantes indicó sentirse así “a veces”,
mientras que un 24.5 % eligió la opción “casi
nunca”. El 18.2 % afirmó “nunca” haberse
sentido así recientemente, mientras que el
9.1 % lo reportó “casi siempre” y un 5.5 %
declarósentirtristezaodesesperanza
“siempre”.
En conjunto, más del 57 % de la muestra
refirió haber experimentado sentimientos de
tristeza o desesperanzaen alguna frecuencia,
lo que representa una proporción
alarmante. Estos datos sugieren que, aunque
no todos los casos pueden calificarse como
clínicamente depresivos,unaparte
importantedela
población experimenta síntomas afectivos que
podrían evolucionar a cuadros más graves si no
son detectados y atendidos oportunamente.
La presencia sostenida de este tipo de
emociones afecta directamente la motivación,
la toma de decisiones, el autocuidado y el
sentido de propósito en la vida de los
individuos. Desde el enfoque de salud pública,
esto implica una carga emocional no visible
que puede traducirse en ausentismo laboral,
bajorendimientoacadémico,conflictos
interpersonales, mayor riesgo de
enfermedades físicas y, en los casos más
graves, conductas autolesivas o suicidio.
Este resultado evidencia la necesidad de
reforzar los mecanismos de tamizaje en salud
mental desde el primer nivel de atención
médica, así como de impulsar programas
comunitariosquepromuevanlasalud
emocional, el acceso oportuno a atención
psicológica y la disminución del estigma
asociado a las emociones negativas.
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Pérez Jardón, D. I., Angeles Chimal, G., & Martínez Gutiérrez, A.
Figura 1. Frecuencia de sentirse decaído, deprimido o sin esperanza
2. Frecuencia de pérdida de interés en
actividades
Una de las preguntas clave del cuestionario
fue: “¿Con qué frecuencia ha perdido el interés
o placer por las actividades que antes
disfrutaba?”, un ítem directamente
relacionado con los criterios diagnósticos de
depresión según el DSM-5. Esta dimensión es
crucial, ya que la anhedonia
entendidacomo la incapacidad
para experimentar placer— es uno de los
síntomas nucleares del trastorno depresivo
mayor.
Los resultados muestran que el 40.0 % de
los encuestados manifestó que esto ocurre “a
veces”, mientras que un 19.1 % señaló que le
ocurre “casi nunca”. Por otro lado, el 14.5 %
afirmó que pierde interés “casi siempre” y un
5.5 % respondió que le sucede “siempre”. Solo
el20.9 %indicóque“nunca”ha
experimentado esta sensación.
Estas cifras revelan que aproximadamente
el 59.1 % de los participantes presenta una
pérdida de interés en algún grado. Este
hallazgo es particularmente relevante, ya que
este síntoma tiene un impacto directo en la
funcionalidad personal, social y laboral de los
individuos, afectando su desempeño diario y
su capacidaddemantenerrelaciones
interpersonales satisfactorias. Además,
cuando esta condición no es abordada, puede
escalar a cuadros clínicos más severos, que
implican mayores costos para los servicios de
salud y reducen significativamente la calidad
de vida del paciente.
Dado que la pérdida de interés es un
indicadortempranodedepresión,su
prevalencia elevada en la muestra refuerza la
urgencia deimplementar estrategiasde
detección y atención oportuna en el sistema de
salud pública mexicano. De igual forma, se
hace evidente la necesidad de campañas de
educación y prevención para que la población
pueda identificar estos síntomas como signos
de alerta y no como estados emocionales
normales o pasajeros.
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Figura 2. Frecuencia de pérdida de interés en actividades
3. Frecuencia de problemas de sueño
Uno de los síntomas fisiológicos más
asociados a los trastornos depresivos es la
alteración del sueño. Por ello, se preguntó a los
participantes: “¿Con qué frecuencia ha tenido
dificultades para dormir o ha dormido en
exceso?”, una dimensión clave tanto para la
evaluación clínica como para valorar la calidad
de vida de las personas. Las alteraciones del
sueño pueden manifestarse en forma de
insomnio,hipersomniaoproblemas
persistentes para mantener un ciclo de sueño
adecuado, lo que repercute directamente en el
funcionamiento diurno, la concentración y el
estado de ánimo.
Los resultados muestran que el 39.1 % de
los encuestados reportó presentar dificultades
ocasionales para dormir, mientras que un
19.1 % declaró sufrir insomnio o hipersomnia
frecuentes. El 36.4 % indicó que duerme
normalmente, sin mayores complicaciones, y
el 5.5 % manifestó experimentar problemas
graves de sueño diariamente.
Estos datos sugieren que más del 63 % de
los participantes presenta algún grado de
alteración del sueño. Este hallazgo cobra
relevancia en el contexto de la depresión, ya
que las alteraciones delpatrón de sueño no
solo son síntomas comunes del trastorno, sino
que también pueden actuar como
desencadenantes o factores de
mantenimiento. Dormir mal impacta
negativamenteenlaregulación
emocional,lacapacidad para resolver
problemas, y en la percepción de bienestar
general.
Desde una perspectiva de salud pública,
estos resultados indican la necesidad de
incorporar la evaluación del sueño en las
estrategiasdetamizajeparadepresión,
especialmente en el primer nivel de atención.
Asimismo, refuerzan la importancia de brindar
educación sobre higiene del sueño como parte
delasintervenciones preventivasyde
tratamiento.
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Figura 3. Frecuencia de problemas de sueño
4. Cambios recientes en el apetito o el peso
corporal
Se preguntó a los participantes si habían
notado cambios recientes en su apetito o peso
corporal, una dimensión relevante dentro de la
evaluación de trastornos depresivos. El DSM-5
incluye estos síntomas dentro de los criterios
diagnósticos para el episodio depresivo mayor,
ya que los trastornos del estado de ánimo
suelen alterar las rutinas básicas como la
alimentación, afectando tanto el metabolismo
como la percepción del cuerpo.
Los datos revelaron que el 41.8 % de los
encuestados reportó cambios leves en el
apetito o el peso, mientras que un 39.1 %
indicó no haber notado cambios. Por su parte,
un 19.1 % declaró haber presentado cambios
moderados, lo cual indica un grado mayor de
alteración de sus hábitos alimenticios.
En conjunto, más del 60 % de la población
encuestadamanifestóalgúntipode
modificación reciente en su alimentación o
peso corporal. Estos hallazgos refuerzan la
relación estrecha entre el estado emocional y
la fisiología delindividuo, en donde las
alteraciones en el apetito pueden representar
tantouna consecuenciadel malestar
psicológico como una vía para su detección
precoz.
Desde el punto de vista de la salud pública,
este resultado alerta sobre la necesidad de
prestar atención a los cambios somáticos
dentro de las valoraciones integrales de salud
mental. Estos síntomas, que muchas veces son
subestimados, pueden representar una vía
accesible para la identificación temprana de
trastornos depresivos en consultas médicas
generales, particularmente en poblaciones que
no verbalizan fácilmente su estado emocional.
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Pérez Jardón, D. I., Angeles Chimal, G., & Martínez Gutiérrez, A.
Figura 4. Cambios recientes en el apetito o peso corporal
5. Frecuencia de pensamientos negativos
sobre mismo o su vida
Otro de los aspectos evaluados fue la
presencia de pensamientos negativos, una
característica psicológica altamente vinculada
con la depresión. Se preguntó: “¿Con qué
frecuencia ha tenido pensamientos negativos
sobre usted mismo o su vida?”. Esta pregunta
tiene como objetivo detectar distorsiones
cognitivas relacionadas con baja autoestima,
culpaexcesiva,autocríticapersistenteo
desesperanza, elementos centrales dentro
de los modelos cognitivos de la depresión.
Los resultados indicaron que el 34.5 % de
losparticipantesmanifestótenerestos
pensamientos “a veces”, mientras que un
26.4 % los reportó “casi nunca”. El 17.3 %
expresó que los experimenta “casi siempre”, y
un 2.7 % declaró vivir con este tipo de
pensamientos de forma constante, es decir,
“siempre”. Solo el 19.1 % señaló que “nunca”
ha tenido pensamientos negativos sobre sí
mismo o su vida.
Enconjunto,másdel80 %delos
encuestados ha experimentado
pensamientos negativos en algún grado.
Este resultado representa una señal de alerta
importante, ya que este tipo de pensamiento
suele alimentar ciclos depresivos profundos y
puede estar asociado a mayor riesgo de
aislamiento social, inactividad, y en casos
severos, a ideación suicida. Además, influye
directamente en la percepción de valor
personal, el autoconcepto ylas
expectativasfuturas, afectando
negativamente la calidad de vida.
Desde el enfoque de salud pública, la
identificación de estos pensamientos en la
poblaciónpuedefacilitarintervenciones
tempranas en salud mental, particularmente a
través de enfoques cognitivo-conductuales,
que han mostrado efectividad clínica en la
reestructuración de patrones de
pensamiento disfuncionales.
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Figura 5. Frecuencia de pensamientos negativos sobre mismo o su vida
6. Diagnóstico profesional de depresión
Uno de los aspectos más críticos evaluados
en el estudio fue si los participantes habían
recibidoundiagnósticoprofesionalde
depresión. Esta pregunta es fundamental, ya
que permite identificar la brecha entre la
presencia de sintomatología depresiva y la
atención médica efectiva. La detección y
diagnóstico oportuno son la puerta de entrada
para el tratamiento formal y representan
un indicador clave de la eficiencia del sistema
de salud mental en un país.
Los resultados muestran que el 77.3 % de
losencuestadosafirmónohabersido
diagnosticado nunca por un profesional, a
pesar de que muchos de ellos reportaron
síntomas compatibles con depresión en las
preguntas anteriores. Solo un 22.7 % de la
población indicó haber recibido un diagnóstico
formal.
Esta diferencia marca
atenciónpreocupante,
una brecha de
especialmente
considerando que varios de los síntomas
evaluados (tristeza persistente, anhedonia,
problemas de sueño, pensamientos negativos)
estuvieron presentes en un porcentaje elevado
delamuestra.Labajaproporciónde
diagnósticos sugiere que muchas personas con
sintomatología depresiva no están siendo
atendidas por el sistema de salud, ya sea por
barreras estructurales, estigma,
desconocimiento o falta derecursos
económicos.
Desde la perspectiva de la salud pública,
este hallazgo refuerza la necesidad de ampliar
el tamizaje en entornos comunitarios y de
atención primaria, así como de sensibilizar a la
población sobre la importancia de buscar
ayuda profesional. Además, resalta la urgencia
de formar más personal capacitado en salud
mental, especialmente en regiones
marginadas o rurales, donde el acceso suele
ser aún más limitado.
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Figura 6. Porcentaje de personas con diagnóstico profesional de depresión.
7. Personas actualmente en tratamiento por
depresión
Una pregunta clave para comprender la
dimensión del problema fue: “¿Actualmente
recibe tratamiento por depresión?”. Esta
variable es esencial, ya que permite identificar
no solo la detección del trastorno, sino
también suabordajeclínicoyel
seguimiento terapéutico, factores
crucialesparala recuperación y la
reducción de la carga funcional asociada a la
enfermedad.
Los datos revelaron que únicamente el
9.1 %delosencuestadosindicóestar
actualmente en tratamiento para la depresión,
mientras que un 90.9 % respondió que no se
encuentra bajo ningún régimen terapéutico.
Este hallazgo es profundamente alarmante
si se toma en cuenta que, en los
resultados anteriores, una parte importante
de la muestra reportó síntomas depresivos
como tristeza
persistente, pérdida de interés, trastornos del
sueño, pensamientos negativos, y cambios en
apetito o peso. La discrepancia entre la
presenciadesintomatologíaylabaja
proporción de personas en tratamiento
sugiere una subatención masiva del
problema, que puede deberse a múltiples
causas: falta de acceso, desconocimiento,
minimización de los síntomas, estigmatización
social o insuficiente capacidad institucional.
Desde una perspectiva de salud pública,
esta situación representa un vacío crítico en la
continuidad del cuidado, con implicaciones
directas sobre la evolución clínica de los
pacientes, el riesgo de complicaciones (como
suicidio) y la presión sobre otros niveles del
sistema de salud. Este dato subraya la
necesidad de reforzar no solo el diagnóstico
oportuno, sino también el acceso sostenible a
tratamientospsicológicos,psiquiátricosy
multidisciplinarios.
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Pérez Jardón, D. I., Angeles Chimal, G., & Martínez Gutiérrez, A.
Figura 7. Porcentaje de personas actualmente en tratamiento por depresión
8.Frecuenciadeconsultasmédicas
generales
Para comprender el nivel de contacto de la
población con los servicios de salud, se
preguntó: “¿Con qué frecuencia acude a
consultas médicas generales?”. Esta pregunta
es relevante, ya que muchas veces los
síntomas depresivos no se detectan ni se
atienden debido a la falta de contacto con
personal de salud, especialmente en etapas
tempranas. El acceso regular al sistema
médico puede facilitar el tamizaje de
problemas de salud mental y permitir la
referencia oportuna a atención especializada.
Los resultados muestran que un 71.8 % de
los encuestados acude solo cuando es urgente,
es decir, en contextos de necesidad inmediata
o crisis. En contraste, un 22.7 % reportó asistir
a consulta médica cada 3 a 6 meses, y solo un
5.5 %afirmó hacerlo mensualmente.
Estosdatosreflejanunatendencia
preocupante hacia el uso reactivo —y no
preventivo— de los servicios de salud. Esta
prácticareduce significativamentelas
posibilidades de detectar síntomas depresivos
en etapas iniciales, así como de intervenir de
forma oportuna y eficaz. Además, la ausencia
de controles regulares puede perpetuar la
invisibilidadde trastornosmentales,
especialmente en contextos donde el estigma
o la normalización del sufrimiento emocional
impiden verbalizar estos síntomas
directamente.
Desde una perspectiva de salud pública,
este resultado destaca la importancia de
fortalecer la medicina preventiva, de capacitar
al personal médico general para el tamizaje en
salud mental y de establecer protocolos que
incluyan la evaluación del estado emocional
como parte de las consultas rutinarias.
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Figura 8. Frecuencia de consultas médicas generales.
9. Uso actual de medicamentos para el
estado emocional o mental
Para evaluar el tratamiento farmacológico
en salud mental, se preguntó: “¿Actualmente
toma algún medicamento para su estado
emocional o mental?”. Esta pregunta permite
identificarcuántaspersonasestánbajo
intervención médica activa y ayuda a estimar
el nivel de atención terapéutica farmacológica
que recibe la población que podría
estar afectada por síntomas depresivos.
Los resultados indican que el 89.1 % de los
encuestadosnoutilizamedicamentos
relacionados con su estado emocional o
mental.Solo un 10.0 % declaróque
actualmente está tomandomedicamentos
psicotrópicos, y un 0.9 % respondió “tal vez”, lo
que refleja incertidumbre sobre el tipo o
finalidad de su tratamiento.
Este resultado es consistente con los
hallazgos previos de baja tasa de diagnóstico y
tratamiento profesional, y evidencia una gran
brecha en el acceso o la adherencia a
intervencionesfarmacológicasensalud
mental. El uso adecuado de medicamentos
antidepresivos o ansiolíticos —cuando son
indicados— puede mejorar significativamente
los síntomas, prevenir recaídas y aumentar la
funcionalidad social ylaboral. Su baja
utilización, a pesar de una prevalencia notable
de síntomas depresivos, puede deberse a
múltiples factores: falta de diagnóstico formal,
resistencia al uso de medicamentos, escasa
información sobre los tratamientos
disponibles, efectos adversos percibidos o
barreras económicas.
Desde una perspectiva de salud pública,
esteresultadosubrayalanecesidadde
campañas de educación dirigidas tanto a la
población como a los profesionales de la salud,
para promover una visión informada sobre los
beneficios y riesgos de los tratamientos
farmacológicos, así como de garantizar su
disponibilidad en todos los niveles del sistema
de salud.
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Figura 9. Uso actual de medicamentos para el estado emocional o mental
10. Calidad de vida en los últimos seis meses
Para valorar el impacto subjetivo del estado
emocional en el bienestar general, se incluyó la
pregunta: “¿Cómo calificaría su calidad de
vida en los últimos seis meses?”. Este
indicador es esencial para comprender cómo
laspersonaspercibensusaludfísica,
emocional, social y funcional en un periodo
reciente, lo cual permite evaluar la magnitud
real de los efectos de la depresión más allá de
la sintomatología específica.
Los resultados indican que el 41.8 %
calificó su calidad de vida como “buena”,
seguido por un 35.5 % que la describió como
“regular”. Un 18.2 % la consideró “muy
buena”,mientrasquelasvaloraciones
negativas fueron menos frecuentes: 2.7 %
“muy mala” y 1.8 % “mala”.
Aunque a primera vista puede parecer
alentador que la mayoría perciba su calidad de
vida como buena o muy buena, el hecho de
que más de un tercio (35.5 %) indique tener
una
calidad de vida regular y casi un 5 % la evalúe
como mala o muy mala, debe interpretarse en
el contexto de los resultados anteriores, donde
la sintomatología depresiva fue prevalente y el
acceso al tratamiento limitado.
Estas cifras podrían sugerir un fenómeno de
adaptación o normalización del malestar
emocional, especialmente en contextos donde
hablar de salud mental sigue siendo un tabú.
También puede reflejar la capacidad de ciertas
personas para sobrellevar síntomas depresivos
sin percibir un deterioro total de su calidad de
vida, lo cual no invalida la necesidad de
intervención preventiva.
Desde un enfoque de salud pública, este
resultado evidencia la necesidad de incluir
instrumentosestandarizadosparamedir
calidad de vida relacionada con salud mental
en todos los niveles de atención. Asimismo,
enfatiza la importancia de promover el
bienestar integral y no solo la ausencia de
enfermedad.
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Figura 10. Percepción de calidad de vida en los últimos seis meses
11.Impactodeladepresiónenel
rendimiento laboral o escolar
Paraevaluarcómolasintomatología
depresiva afecta el funcionamiento cotidiano,
se preguntó: “¿Considera que la depresión ha
afectado su rendimiento laboral o escolar?”.
Esta pregunta resulta crítica, ya que una de las
formas más evidentes en las que se
manifiestan los efectos funcionales de los
trastornos depresivos es la reducción en el
desempeño profesional o académico, lo que
puede generar ciclos de frustración, culpa
y aislamiento social.
Los resultados revelaron que el 42.7 % de
los encuestados reconoció que la depresión ha
afectado su rendimiento laboral o escolar,
mientras que el 57.3 % respondió que no ha
percibido tal impacto.
Aunque una mayoría declaró no haber
notado repercusiones, el hecho de que casi la
mitad de la muestra reconozca un impacto
negativo directo en su rendimiento es un
hallazgosignificativo.Estorefuerzala
evidencia de que los síntomas depresivos no
solo afectan el bienestar emocional, sino
también la productividad, la capacidad de
concentración, la motivación y la interacción
en contextos profesionales o educativos.
Desde una perspectiva de salud pública y
economía laboral, este resultado es altamente
relevante: la depresión no tratada puede
generar pérdidas económicas individuales y
colectivas, aumentar el ausentismo, disminuir
la eficiencia y contribuir al abandono escolar o
la rotación laboral. A nivel institucional, este
dato debe considerarse aldiseñar programas
de bienestar mental en centros educativos
y lugares de trabajo, promoviendo espacios
seguros, de contención emocional y detección
temprana.
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Figura 11. Impacto percibido de la depresión en el rendimiento laboral o escolar
12. Percepción sobre la accesibilidad de
atención en salud mental
Se preguntó a los participantes: “¿Qué tan
accesible considera que es la atención en salud
mental en México?”, con el fin de explorar las
percepciones subjetivas sobre el acceso a
servicios especializados. Esta pregunta es
fundamental en el análisis de políticas de salud
pública, ya que revela no solo la cobertura real,
sino también la percepción social, que influye
en la búsqueda de ayuda.
Los resultados muestran que el 42.7 % de
los encuestados considera que la atención en
salud mental es poco accesible, seguido por un
36.4 % que la califica como moderadamente
accesible. Solo un 11.8 % percibe que es muy
accesible, mientras que un 9.1 % cree que es
inaccesible.
En conjunto, más del 88 % de la población
encuestada considera que el acceso a atención
especializada en salud mental es limitado en
algún grado. Este resultado es altamente
relevante,yaquelapercepciónde
inaccesibilidad puede funcionar como una
barrera psicológica y práctica para iniciar el
proceso terapéutico, incluso entre quienes
reconocen su necesidad de ayuda. Esto se
alinea con hallazgos anteriores del estudio,
que evidencian una baja proporción
de diagnósticos y tratamientos
activos, a pesar de la alta presencia de
sintomatología depresiva.
Desde una perspectiva de salud pública,
estaspercepcionesdebentomarsecomo
indicadores de alerta que urgen a rediseñar los
sistemas de atención. Es indispensable ampliar
la cobertura de servicios psicológicos y
psiquiátricos,reducircostos,disminuir
tiempos de espera y acercar la salud mental a
las comunidades a través de estrategias
intersectoriales.
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Figura 12. Percepción sobre la accesibilidad de la atención en salud mental
13.Testigosdeestigmatizaciónhacia
personas con trastornos mentales
Para explorar una dimensión social crucial
relacionada con la depresión y otros trastornos
mentales, se incluyó la pregunta: “¿Ha sido
testigo de estigmatización hacia personas con
trastornos mentales?”. Esta pregunta busca
identificar el nivel de exposición que tiene la
poblaciónaactitudesdiscriminatorias,
prejuicios o burlas hacia quienes presentan
algúndiagnósticopsiquiátrico,locual
representa una barrera importante para la
búsqueda de atención.
Los resultados muestran que el 44.5 % de
los participantes reconoció haber sido testigo
deestigmatizaciónenalgúnmomento,
mientras que el 55.5 % afirmó no haberlo
presenciado.
Aunque la mayoría indicó no haber
observado este tipo de conductas, el hecho de
que casi la mitad de la población haya
identificado situaciones de estigmatización
demuestra que este fenómeno persiste en
entornos sociales, familiares, laborales o
educativos. Este estigma tiene un impacto
directo en el diagnóstico tardío, la negación del
problema, la autoexclusión de servicios de
salud mental y el aislamiento social de las
personas afectadas.
Además, se ha documentado que el estigma
percibido o internalizado puede reducir la
adherenciaaltratamiento,empeorarel
pronóstico y generarun ciclo de
invisibilización que limita el acceso a políticas
públicas inclusivas. La existencia de estigma
social refuerza la urgencia de implementar
campañas de sensibilización, educación en
salud mental desde edades tempranas, y
legislación que proteja los derechos de las
personas con trastornos mentales.
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Figura 13. Personas que han sido testigos de estigmatización hacia individuos con trastornos
mentales
14. Factores que motivarían a buscar ayuda
psicológica
Como parte del análisis propositivo, se
incluyó una pregunta orientada a identificar
qué factores facilitarían o impulsarían a las
personas a buscar atención psicológica. Este
tipo de dato permite generar estrategias más
efectivas de intervención y diseñar políticas
públicas que respondan directamente a las
necesidades y percepciones de la población.
Los resultados indican que el 42.7 % de los
encuestadosconsideróqueteneracceso
gratuito y cercano sería el principal motivador
para buscar ayuda psicológica. Le sigue con un
20.9 % la recomendación de un profesional o
familiar, mientras que un 19.1 % señaló como
factor clave la sensibilización social y la
reducción del estigma. Finalmente, el 17.3 %
manifestó que una mayor información sobre
los servicios disponibles los motivaría a buscar
atención.
Este patrón de respuesta evidencia que los
principales obstáculos no solo son económicos
o logísticos, sino también informativos y
culturales. La percepción de que los servicios
son inaccesibles, el desconocimiento sobre
dónde acudir y el miedo al juicio social,
contribuyen a perpetuar la no atención de
problemas emocionales. Por tanto, facilitar el
acceso físico y financiero es necesario, pero no
suficiente.
Desde la perspectiva de la salud pública y el
enfoque de derechos, este hallazgo sugiere
que unaestrategiaeficazpara
aumentarla cobertura en salud mental
debe integrar tres pilares: acceso real,
educación y visibilidad, y reduccióndel
estigma.Estetipo de información es
valiosa para el diseño de campañas
interinstitucionales, creación de centros
comunitarios accesibles, formación de agentes
de salud mental en comunidades y
fortalecimiento de redes de apoyo formales e
informales.
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Figura 14. Factores que motivarían a buscar ayuda psicológica (n=1400)
DISCUSIÓN
Losresultadosobtenidosenesta
investigación permiten confirmar
parcialmente lahipótesisplanteada:una
proporción significativa dela población
mexicana presenta síntomas compatibles
con depresión, pero no ha sido
diagnosticada ni recibe tratamiento
profesional, principalmente por causas
estructurales, culturales y sociales. Este
hallazgo refuerza el carácter multifactorial de
la depresión como problema de salud pública
en México y pone en evidencia una brecha
persistente entre la necesidad real de atención
y la respuesta institucional ofrecida.
La prevalencia desíntomasafectivos
reportados en esta muestra es consistente con
los datos más recientes de la ENSANUT 2022,
donde se indica que más del 16.7 % de los
adultos presentan sintomatología depresiva
(INSP, 2022). En este estudio, más del 50 % de
los encuestados manifestó haber sentido
tristeza, desesperanza, falta de interés por las
actividades,alteraciones enel sueñoo
pensamientos negativos en los últimos meses.
Sin embargo, el contraste entre esta elevada
prevalencia sintomática y el bajo porcentaje de
diagnósticos profesionales(22.7 %)y
tratamientos activos (9.1 %) demuestra que la
mayoríade laspersonas con malestar
emocional significativo no están recibiendo
atención formal. Este desfase no es exclusivo
del contexto mexicano. De acuerdo con la
Organización Mundial de la Salud (2022), a
nivel global, más del 60 % de las personas con
trastornos depresivos no son diagnosticadas ni
tratadas adecuadamente, y en países de
ingresos medios como México, esta cifra
puede superar el 70 %.
Entre las explicaciones más relevantes para
estabrecha,destacalapercepciónde
inaccesibilidad a los servicios de salud mental.
En estainvestigación, el 88 %de los
participantes considera quela atención
psicológica y psiquiátrica es poco,
moderadamente o nada accesible, debido a
barreras económicas, geográficas,
informativas o institucionales. Este hallazgo
coincide con estudios previos que señalan la
concentración de los servicios especializados
en zonas urbanas y su baja disponibilidad en
regiones rurales o marginadas (González-
Forteza et al., 2021). Adicionalmente, el
71.8 % de los encuestados manifestó acudir al
médico solo cuando es estrictamente
necesario, lo cual reduce la posibilidad de
tamizaje o derivación por parte del primer
nivel de atención.
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Otro factor relevante identificado es la
persistencia del estigma social hacia los
trastornosmentales.El44.5 %delos
participantesha sido testigo de
estigmatización, lo que influye negativamente
en la búsqueda de ayuda. La literatura ha
demostrado que el estigma, ya sea percibido o
interiorizado, es una de las principales barreras
para recibir atención en salud mental, pues
provoca temor al juicio social, vergüenza, y
minimización de los síntomas (Corrigan &
Watson, 2002; OPS, 2023). Este fenómeno
también podría explicar por qué, a pesar de
que más de la mitad de los encuestados
presenta síntomas compatibles con
depresión, la mayoría califica su
calidad de vida como buena o muy buena. Es
posible que exista una normalización del
sufrimiento emocional o un bajo umbral para
identificar los síntomas como clínicamente
relevantes, lo cual representa un reto
educativo y clínico.
Asimismo, los resultados sugieren que la
depresión tiene consecuencias tangibles en la
funcionalidad cotidiana. El 42.7 % de los
participantes reportó que sus síntomas han
afectado su rendimiento escolar o laboral, lo
cualconcuerdaconestudiosquehan
documentadounafuerterelación entre
depresión, productividad y desempeño (WHO,
2021). Estos datosson especialmente
relevantes para justificar la inversión en
programas de prevención y atención en
centros de trabajo y escuelas, donde se
puede intervenir de forma temprana para
evitar mayores complicaciones.
Respectoalasposiblesvíasde
intervención, los resultados son claros: el
42.7 % buscaría atención si tuviera acceso
gratuito y cercano. Esta información es valiosa
paralas autoridades, pues refuerzalanecesidad
de acercar la salud mental a la comunidad
mediante unidades móviles, centros
comunitarios, atención virtual o integración
del componente emocional en los servicios de
medicina general. Otros motivadores
importantes fueron la recomendación de un
profesional o familiar (20.9 %) y la existencia
de campañas de sensibilización (19.1 %), lo
cual confirma la importancia del entorno social
en la decisión de buscar ayuda. Estas
respuestas puedenorientar campañas de
concientización y estrategias intersectoriales
de salud mental.
En cuanto a las limitaciones del estudio, se
reconocequeelcuestionariofue
autoadministrado por medios digitales, lo que
excluye a personas sin acceso a internet o con
baja alfabetización tecnológica. Esto pudo
haber generado un sesgo de selección hacia
personas más jóvenes, con mayor nivel
educativo o residentes de zonas urbanas.
Además, el estudio se basó en un diseño
transversal, por lo que no se pueden establecer
relaciones causales entrelasvariables.
Tampoco se emplearon instrumentos clínicos
diagnósticos validados (como el PHQ-9), lo
que limita la precisión del diagnóstico, aunque
el cuestionario fue revisado por expertos en
salud mental.
A pesar de estas limitaciones, este trabajo
representaunaportesignificativoal
conocimiento epidemiológico y social sobre la
depresión en México. Su enfoque poblacional y
cuantitativo permite visibilizar patrones
consistentes que deben ser abordados con
urgencia. Entre las propuestas para futuras
investigaciones, se sugiere realizar estudios
longitudinales conseguimientosclínicos,
incluir poblaciones vulnerables (adolescentes,
adultosmayores, personasindígenas) y
combinar metodologías cuantitativas y
cualitativas para explorar con mayor
profundidad los significados culturales
asociados a la salud mental. También se
propone analizar las diferencias por sexo, nivel
socioeconómico y región geográfica.
En conclusión, los resultados de este
estudio muestran que la depresión representa
un problema común, persistente y poco
atendido en México. Los síntomas están
presentes en una proporción significativa de la
población,perolamayoríanorecibe
diagnóstico ni tratamiento, en gran parte por la
inaccesibilidad de los servicios, el estigma y la
falta de información. Estos hallazgos deben ser
considerados por las autoridades sanitarias,
educativas y laborales para diseñar políticas
más inclusivas, preventivas y basadas en
evidencia. Solo mediante una acción integral,
intersectorial y sostenida, será posible reducir
la carga emocional y social de la depresión y
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garantizar el derecho a la salud mental para
toda la población.
CONCLUSIONES
Loshallazgosdeestainvestigación
confirman que la depresión es un problema de
salud pública de alta prevalencia en México,
conunaproporción significativadela
población adulta que manifiesta síntomas
emocionales compatibles con este trastorno,
pero que no ha recibido diagnóstico ni
atención médica especializada. Esta brecha
entre la necesidad real de atención y la
respuesta institucional se relaciona
estrechamente con factores estructurales
como el limitado acceso a los servicios de salud
mental, la persistencia del estigma social y la
falta de información sobre los síntomas y
recursos disponibles.
Los resultados permiten concluir que existe
una percepción generalizada de inaccesibilidad
a la atención psicológica y psiquiátrica,
reforzadaporbarreraseconómicas,
geográficas e institucionales. Del mismo
modo, el estigma continúa siendo un obstáculo
central en la búsqueda de ayuda profesional,
afectando la identificación, aceptación y
tratamiento oportuno de la sintomatología
depresiva. Además, se identificó un impacto
negativo en la calidad de vida y el rendimiento
académico y laboral de las personas con
síntomas depresivos, lo cual subraya la
necesidad de abordar este problema desde
una perspectiva integral e intersectorial.
En términos teóricos, este estudio aporta
evidencia empírica que refuerza los modelos
multicausales de la depresión y visibiliza la
influencia de variables sociales, culturales y
estructurales en su detección y manejo. En el
ámbito práctico, los hallazgos sugieren líneas
clarasdeacciónparaeldiseñoe
implementación de políticas públicas que
prioricen la salud mental: ampliar el acceso
gratuito y descentralizado a servicios de salud
mental, reducir el estigma mediante campañas
de sensibilización, y promover programas
comunitarios de prevención e intervención
temprana.
Aunque el estudio presenta limitaciones
metodológicas—comoelmuestreono
probabilístico, la autoadministración digital
delinstrumento y laausencia de un diagnóstico
clínico validado—, ofrece una panorámica útil
para la comprensión del fenómeno en un
amplio segmento de la población. Estas
limitaciones deben ser consideradas en futuras
investigaciones, las cuales podrían enfocarse
en estudios longitudinales, intervenciones
controladas o análisis diferenciados por región,
sexo, edad o condición socioeconómica.
Ensuma,lapresenteinvestigación
representa un paso importante hacia la
visibilización del sufrimiento emocional no
atendido en México y constituye una base
sólida para avanzar en la mejora de la salud
mental como un derecho humano prioritario.
Abordar la depresión desde un enfoque
integral no solo contribuirá al bienestar
individual, sino también al fortalecimiento del
tejido social y al desarrollo humano sostenible
en el país.
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DECLARACIÓN DE CONFLICTO DE INTERESES Los autores
declaran no tener conflictos de intereses.
DERECHOS DE AUTOR
Velasco Espinal, J. A., Arizmendi García, J., Martínez Jaimes, H., Madrid González, D. A., Pérez
Jardón, D. I., Angeles Chimal, G., & Martínez Gutiérrez, A. (2025)
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710
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