Otero Mendoza, L. K., Buri Espinoza, V. A., Quituisaca Vayancela, S. E., & Cedeño Alvarez, A. del R.
369
e-ISSN
3073-1151
Julio-Septiembre
, 2025
Vol.
2
, Núm.
3
,
369-379
https://doi.org/10.63415/saga.v2i3.206
Revista Científica Multidisciplinar
https://revistasaga.org/
Artículo de Investigación
Inteligencia emocional y habilidades socioemocionales
como predictores del éxito escolar en educación básica
Emotional Intelligence and Socioemotional Skills as Predictors of Academic
Success in Basic Education
Luz Karina Otero Mendoza
1
, Victoria Andrea Buri Espinoza
2
,
Sandra Elizabeth Quituisaca Vayancela
3
, Angela del Rocio Cedeño Alvarez
4
1
Universidad Estatal de Milagro, Cdla. Universitaria Km. 1.5 vía Km. 26, Milagro, Ecuador
2
Universidad Técnica de Machala, Av. Panamericana Km 5 1/2 Vía a Pasaje, Machala, Ecuador
3
Universidad Católica del Cuenca, Av. de las Américas y Humboldt, Cuenca, Ecuador
4
Unidad Educativa Dr. Manuel Benjamin Carrion Mora, Machala, Ecuador
Recibido
: 2025-05-01 /
Aceptado
: 2025-06-02 /
Publicado
: 2025-07-01
RESUMEN
Introducción
: La inteligencia emocional y las habilidades socioemocionales influyen significativamente en el
rendimiento académico, la convivencia escolar, la motivación intrínseca y el bienestar a largo plazo.
Objetivos
: Integrar
y analizar la evidencia reciente sobre su impacto en la educación básica, considerando correlaciones, efectos en la
convivencia, motivación y programas de intervención sostenibles.
Métodos
: Se realizó una revisión sistemática de
literatura publicada entre 2018 y 2024 en bases de datos académicas y literatura gris, aplicando criterios de inclusión y
exclusión previamente definidos.
Resultados
: Se identificó una relación positiva entre la gestión emocional y el logro
escolar, mejoras en la cooperación y reducción de conflictos, aumento de motivación intrínseca y beneficios duraderos
de programas socioemocionales.
Conclusiones
: Integrar estas competencias al currículo formal y formar a docentes en
su manejo es esencial para potenciar el aprendizaje y la preparación para la vida.
Palabras clave:
educación básica; habilidades socioemocionales; inteligencia emocional; motivación intrínseca;
rendimiento académico
ABSTRACT
Introduction
: Emotional intelligence and socio-emotional skills significantly influence academic performance, school
coexistence, intrinsic motivation, and long-term well-being.
Objectives
: To integrate and analyze recent evidence on their
impact in basic education, considering correlations, effects on coexistence, motivation, and sustainable intervention
programs.
Methods
: A systematic literature review was conducted, including publications from 2018 to 2024 in academic
databases and grey literature, applying predefined inclusion and exclusion criteria.
Results
: A positive relationship was
identified between emotional management and academic achievement, improved cooperation and reduced conflicts,
increased intrinsic motivation, and lasting benefits from socio-emotional programs.
Conclusions
: Integrating these
competencies into the formal curriculum and training teachers is essential to enhance learning and life readiness.
keywords
: academic performance; basic education; emotional intelligence; intrinsic motivation; socio-emotional skills
RESUMO
Introdução
: A inteligência emocional e as habilidades socioemocionais influenciam significativamente o desempenho
acadêmico, a convivência escolar, a motivação intrínseca e o bem-estar a longo prazo.
Objetivos
: Integrar e analisar
evidências recentes sobre seu impacto na educação básica, considerando correlações, efeitos na convivência, motivação
e programas de intervenção sustentáveis.
Métodos
: Realizou-se uma revisão sistemática da literatura publicada entre
2018 e 2024 em bases de dados acadêmicas e literatura cinzenta, aplicando critérios de inclusão e exclusão previamente
definidos.
Resultados
: Foi identificada relação positiva entre gestão emocional e desempenho acadêmico, melhora na
cooperação e redução de conflitos, aumento da motivação intrínseca e benefícios duradouros de programas
SAGA Rev. Cienc. Multidiscip. | e-ISSN 3073-1151 | Julio-Septiembre, 2025 | vol. 2 | núm. 3 | pág. 369-379
Otero Mendoza, L. K., Buri Espinoza, V. A., Quituisaca Vayancela, S. E., & Cedeño Alvarez, A. del R.
370
socioemocionais.
Conclusões
: Integrar essas competências ao currículo formal e capacitar professores é essencial para
potencializar o aprendizado e a preparação para a vida.
palavras-chave
: desempenho acadêmico; educação básica; habilidades socioemocionais; inteligência emocional;
motivação intrínseca
Forma sugerida de citar (APA):
Otero Mendoza, L. K., Buri Espinoza, V. A., Quituisaca Vayancela, S. E., & Cedeño Alvarez, A. del R. (2025). Inteligencia emocional y habilidades
socioemocionales como predictores del éxito escolar en educación básica. Revista Científica Multidisciplinar SAGA, 2(3), 369-379.
https://doi.org/10.63415/saga.v2i3.206
Esta obra está bajo una licencia internacional
Creative Commons de Atribución No Comercial 4.0
INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas, la relación entre la
inteligencia emocional, las habilidades
socioemocionales y el éxito escolar ha
despertado un creciente interés en la
comunidad académica. Llanos Bardales y
Machuca Cabrera (2023) señalan que la
investigación ha demostrado consistentemente
la influencia positiva de estas competencias en
el rendimiento académico, especialmente en la
educación básica. Sin embargo, los hallazgos
están dispersos en estudios de distintos
contextos y niveles educativos, lo que dificulta
su integración en políticas y prácticas
escolares. Por ello, resulta necesario revisar de
manera sistemática la evidencia disponible,
analizando tanto resultados cuantitativos como
cualitativos para ofrecer una visión coherente
y actualizada.
La relevancia de este tema radica en que la
educación contemporánea enfrenta desafíos
que van más allá de la transmisión de
conocimientos. Valenzuela-Santoyo y Portillo-
Peñuelas (2018) sostienen que el aprendizaje
escolar se ve influido no solo por las
capacidades cognitivas, sino también por
factores emocionales y sociales que inciden en
la motivación, la perseverancia y la
convivencia. En un mundo donde el estrés
académico y la presión por el rendimiento son
crecientes, comprender cómo la inteligencia
emocional y las habilidades socioemocionales
amortiguan esos efectos es esencial para
diseñar estrategias educativas más humanas y
efectivas.
Numerosos estudios han explorado
dimensiones específicas de este vínculo, como
la correlación entre manejo emocional y
rendimiento escolar (Bengoa Calachua, 2021),
el impacto de la empatía en la convivencia
escolar (Sánchez et al., 2021) o la relación
entre motivación intrínseca y autorregulación
(Rodríguez González et al., 2021). Sin
embargo, pocos trabajos han articulado estos
hallazgos en un marco integral que abarque
también la influencia de programas de
intervención socioemocional. Esta ausencia de
síntesis limita la capacidad de los docentes,
directivos y responsables de políticas para
tomar decisiones fundamentadas en evidencias
consistentes.
La necesidad de esta revisión también se
justifica por la creciente implementación de
programas de educación socioemocional a
nivel global. Clemente, Urrea y Arnau-Sabatés
(2023) destacan que, si bien muchos de estos
programas reportan resultados positivos en el
corto plazo, se requiere evaluar la
sostenibilidad de sus efectos y su integración
en el currículo formal. Rodrigo y Kesler (2024)
agregan que el desarrollo socioemocional no
solo repercute en el rendimiento escolar, sino
también en la capacidad de los estudiantes para
enfrentar desafíos en la vida adulta, lo que
amplía la relevancia del análisis más allá del
ámbito académico.
Por otra parte, la literatura evidencia que el
docente cumple un papel central en el
desarrollo socioemocional de sus estudiantes.
Chicoma y Santisteban (2022) documentan
que la formación en competencias
socioemocionales para maestros multiplica el
impacto de las intervenciones escolares, dado
que modelan comportamientos y actitudes que
los estudiantes internalizan. Este aspecto
SAGA Rev. Cienc. Multidiscip. | e-ISSN 3073-1151 | Julio-Septiembre, 2025 | vol. 2 | núm. 3 | pág. 369-379
Otero Mendoza, L. K., Buri Espinoza, V. A., Quituisaca Vayancela, S. E., & Cedeño Alvarez, A. del R.
371
plantea la necesidad de considerar tanto las
habilidades socioemocionales del alumnado
como las del profesorado, estableciendo así
una perspectiva más holística que permita
comprender y potenciar las interacciones
dentro de la comunidad educativa.
En este contexto, la presente revisión se
propone integrar cuatro subtemas clave: la
correlación entre inteligencia emocional y
rendimiento académico, el impacto de las
habilidades socioemocionales en la
convivencia escolar, la influencia de la
inteligencia emocional en la motivación
intrínseca, y los efectos sostenibles de
programas de intervención socioemocional. Al
abordar estos ejes de manera conjunta, se
busca ofrecer una visión más completa de
cómo lo emocional y lo social interactúan con
lo cognitivo para influir en el éxito escolar.
Los objetivos de esta revisión son, en
primer lugar, sistematizar los hallazgos
recientes para identificar patrones consistentes
y posibles contradicciones en la literatura; en
segundo lugar, discutir las implicaciones
prácticas de estos hallazgos para la docencia y
la gestión escolar; y en tercer lugar, proponer
líneas de investigación futura que permitan
fortalecer la base empírica en este campo. Este
enfoque permitirá conectar la teoría con la
práctica, facilitando la transferencia del
conocimiento a contextos educativos
concretos.
La pertinencia de este análisis también se
enmarca en un contexto de reformas
educativas que buscan promover el aprendizaje
integral. Vaquero (2020) subraya que el éxito
académico en la adolescencia está
estrechamente ligado a la capacidad de
gestionar emociones, lo que respalda la
inclusión de competencias socioemocionales
en los planes de estudio. Además, Santiago-
Torner (2023) resalta que la motivación
intrínseca, potenciada por la inteligencia
emocional, favorece la creatividad y la
resiliencia, habilidades indispensables para el
siglo XXI.
Esta revisión no solo aspira a describir la
evidencia existente, sino también a generar un
marco conceptual que sirva de referencia para
futuras investigaciones. Al sintetizar
resultados provenientes de diferentes
contextos y metodologías, se busca establecer
una base sólida para el diseño de
intervenciones educativas más efectivas. En
este sentido, el trabajo pretende ser útil tanto
para investigadores como para docentes,
formadores de maestros y responsables de
políticas públicas en educación.
En suma, el presente artículo se propone
contribuir a una comprensión más amplia y
profunda del papel que desempeñan la
inteligencia emocional y las habilidades
socioemocionales en el éxito escolar. La
revisión de literatura permitirá no solo
confirmar la relevancia de estas competencias,
sino también explorar cómo su desarrollo
puede integrarse de manera sostenible en la
educación básica. Así, se espera que los
hallazgos aquí discutidos inspiren nuevas
investigaciones y orienten decisiones
pedagógicas que impacten positivamente en el
bienestar y el aprendizaje de los estudiantes.
METODOLOGÍA
Formulación de la pregunta de
investigación
La revisión sistemática se diseñó siguiendo
lineamientos de rigor metodológico para
responder a la pregunta: ¿Cuál es la relación
entre la inteligencia emocional, las habilidades
socioemocionales y el éxito escolar en
educación básica, considerando su impacto en
el rendimiento académico, la convivencia
escolar, la motivación intrínseca y los efectos
sostenibles de programas de intervención? La
pregunta se formuló bajo el esquema PICO
(Población, Intervención, Comparación,
Resultados), centrándose en estudiantes y
docentes de educación básica, intervenciones
orientadas al desarrollo socioemocional,
ausencia de intervención como comparación, y
desenlaces vinculados a logros académicos y
bienestar socioemocional.
Definición de criterios de elegibilidad y
desenlaces de interés
Se establecieron criterios de inclusión que
abarcaron estudios empíricos, revisiones
sistemáticas y tesis académicas publicados
entre 2018 y 2024 en español o inglés. La
población debía pertenecer a educación básica
SAGA Rev. Cienc. Multidiscip. | e-ISSN 3073-1151 | Julio-Septiembre, 2025 | vol. 2 | núm. 3 | pág. 369-379
Otero Mendoza, L. K., Buri Espinoza, V. A., Quituisaca Vayancela, S. E., & Cedeño Alvarez, A. del R.
372
o incluir docentes en ese nivel. Se incluyeron
intervenciones o análisis relacionados con
inteligencia emocional, habilidades
socioemocionales y su relación con
rendimiento, convivencia, motivación y
bienestar sostenible. Se excluyeron trabajos sin
acceso a texto completo, estudios con
poblaciones exclusivamente universitarias o
contextos no educativos. Los desenlaces
principales fueron rendimiento académico,
mejora en la convivencia, aumento de
motivación intrínseca y evidencia de impacto
sostenido en el tiempo.
Búsqueda y evaluación de artículos
relevantes en bases de datos y literatura gris
La búsqueda se realizó en bases de datos
académicas como Scopus, Web of Science,
SciELO, Redalyc y Dialnet, complementada
con repositorios institucionales para literatura
gris, incluyendo tesis y documentos
académicos. Se utilizaron combinaciones de
términos como “inteligencia emocional”,
“habilidades socioemocionales”, “rendimiento
académico”, “convivencia escolar” y
“motivación intrínseca”, aplicando operadores
booleanos y filtros por fecha, idioma y tipo de
documento. Los estudios fueron evaluados
inicialmente por relevancia de título y
resumen. Posteriormente, se aplicó una
revisión completa para determinar su
pertinencia según los criterios de elegibilidad
previamente definidos.
Selección, extracción y síntesis de los
estudios
La selección final de los artículos se llevó a
cabo en dos etapas: una revisión independiente
por dos revisores y la resolución de
discrepancias mediante consenso. Se diseñó
una hoja de extracción que registró autoría,
año, país, diseño metodológico, población,
intervención, instrumentos, desenlaces y
hallazgos principales. La síntesis se realizó de
forma narrativa, agrupando resultados por los
cuatro subtemas establecidos en la revisión.
Además, se evaluó la calidad metodológica de
los estudios incluidos, considerando criterios
como validez interna, claridad en la medición
de variables y pertinencia de los análisis
estadísticos empleados.
Tabla 1
Criterios de elegibilidad de los estudios incluidos
Criterio
Inclusión
Exclusión
Idioma
Español o inglés
Otros idiomas
Año de publicación 2018-2024
Anterior a 2018
Población
Estudiantes y docentes de
educación básica
Exclusivamente universitarios o
contextos no educativos
Tipo de documento Artículos empíricos, revisiones,
tesis con texto completo
Documentos sin acceso completo,
resúmenes de congresos
Temática
Inteligencia emocional, habilidades
socioemocionales y su relación con
rendimiento, convivencia,
motivación y programas sostenibles
Temáticas ajenas al ámbito
socioemocional o sin relación con
educación básica
Tipo de
intervención/análisis
Estudios observacionales o
intervenciones socioemocionales
con evaluación de resultados
Intervenciones sin evaluación de
impacto o sin variables
socioemocionales
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Correlación entre inteligencia emocional y
rendimiento académico
En los pasillos de la escuela, entre
cuadernos abiertos y voces infantiles, ocurre
algo que las cifras empiezan a confirmar: los
estudiantes que logran comprender y regular
sus emociones suelen obtener mejores
resultados académicos. Llanos Bardales y
Machuca Cabrera (2023) hallaron que la
correlación positiva entre inteligencia
emocional y rendimiento escolar no es
casualidad, sino un patrón que se repite en
SAGA Rev. Cienc. Multidiscip. | e-ISSN 3073-1151 | Julio-Septiembre, 2025 | vol. 2 | núm. 3 | pág. 369-379
Otero Mendoza, L. K., Buri Espinoza, V. A., Quituisaca Vayancela, S. E., & Cedeño Alvarez, A. del R.
373
diversos contextos latinoamericanos. No se
trata solo de “saber más”, sino de “saber estar”.
Como recuerda Bengoa Calachua (2021), la
serenidad para enfrentar un examen o la
empatía para colaborar en grupo son, al final,
parte del aprendizaje.
Los datos, sin embargo, no se quedan en lo
numérico; también tienen un eco humano.
Arrieta Bobadilla (2021) señala que los
estudiantes con un manejo emocional
saludable muestran mayor constancia y menor
ansiedad, lo que favorece su capacidad de
concentración. Es fácil imaginarlo: un
adolescente que respira hondo ante una
pregunta difícil tiene más posibilidades de
responder con claridad que aquel que se
bloquea por el nerviosismo. En palabras de
Vaquero (2020), “la calma se convierte en una
aliada invisible del éxito escolar”. Las
emociones, lejos de ser un estorbo, funcionan
como un motor silencioso.
En la discusión académica, se empieza a
asumir que las competencias emocionales no
son adiciones opcionales, sino componentes
esenciales del currículo formativo. Cañabi,
Ramos y Reaño (2021) enfatizan que
habilidades como la autorregulación y la
empatía influyen directamente en la forma en
que los estudiantes organizan su tiempo,
enfrentan retos y trabajan con otros. Este
hallazgo lleva a una conclusión tan simple
como contundente: no basta con enseñar
contenidos, hay que enseñar a vivirlos. Un aula
emocionalmente inteligente es, en muchos
casos, un aula académicamente exitosa.
Esta relación también invita a reflexionar
sobre la manera en que evaluamos el
aprendizaje. Si, como sostienen Llanos
Bardales y Machuca Cabrera (2023), la
inteligencia emocional potencia el
rendimiento, entonces un examen no debería
medir únicamente el recuerdo de datos, sino la
capacidad del estudiante para gestionarse en
situaciones de presión. No es difícil imaginar
un futuro donde las pruebas incluyan retos
colaborativos o escenarios que pongan a
prueba la resiliencia. Tal vez, así, la educación
dejaría de fragmentar lo cognitivo y lo
emocional, para tratarlos como dos caras de la
misma moneda.
Los hallazgos sugieren que invertir en
programas de educación socioemocional no es
un lujo, sino una estrategia pedagógica con
respaldo empírico. Vaquero (2020) advierte
que, en la adolescencia, cultivar la inteligencia
emocional puede prevenir el abandono escolar
y mejorar la convivencia. Esta perspectiva
rescata un matiz humano: detrás de cada
estadística hay un niño que aprende a no
rendirse, una niña que confía más en sí misma,
un grupo que celebra un logro compartido. En
ese cruce entre el corazón y la mente, el éxito
académico encuentra un terreno fértil para
crecer.
Impacto de las habilidades
socioemocionales en la convivencia escolar
En un aula cualquiera, los silencios y las
risas se entrelazan con las miradas curiosas de
quienes aprenden a convivir. La
autorregulación y la empatía, como subrayan
Castro Cabrera y Cortés Polanía (2023), no son
virtudes abstractas: son herramientas concretas
que suavizan los roces y fortalecen la
cooperación. Un niño que respira antes de
contestar, una niña que presta atención a la
tristeza de su compañera… gestos pequeños,
pero transformadores. Sánchez et al. (2021)
describen cómo estas habilidades reducen los
conflictos y crean un ambiente más seguro. En
esos espacios, la paz no es casualidad; es una
construcción diaria.
La convivencia escolar no siempre es un
mar en calma. Surgen desacuerdos,
malentendidos, tensiones. Sin embargo,
cuando las habilidades socioemocionales se
fortalecen, las tormentas se disipan más rápido.
Valenzuela-Santoyo y Portillo-Peñuelas
(2018) evidencian que la empatía fomenta el
diálogo y la cooperación entre pares. Un
estudiante que reconoce la frustración de otro
no busca vencerlo, sino comprenderlo. Y eso,
en el día a día, cambia la dinámica del aula. El
conflicto deja de ser una batalla y se convierte
en una oportunidad para aprender juntos.
Sánchez et al. (2021) enfatizan que la
autorregulación no solo beneficia al estudiante,
sino también al docente. Un aula donde los
niños controlan sus impulsos es un aula donde
el maestro puede dedicar más tiempo a enseñar
que a mediar. Tornero et al. (2021) encontraron
SAGA Rev. Cienc. Multidiscip. | e-ISSN 3073-1151 | Julio-Septiembre, 2025 | vol. 2 | núm. 3 | pág. 369-379
Otero Mendoza, L. K., Buri Espinoza, V. A., Quituisaca Vayancela, S. E., & Cedeño Alvarez, A. del R.
374
que la dramatización, como recurso educativo,
permite a los alumnos explorar emociones y
aprender a gestionarlas en un entorno seguro.
El resultado es evidente: menos interrupciones,
menos tensiones, más momentos de
aprendizaje real. El ambiente, entonces, se
vuelve más ligero, más respirable.
No se trata únicamente de evitar conflictos,
sino de construir relaciones de respeto mutuo.
Sastre et al. (2020) sostienen que la
inteligencia emocional tiene un papel
preventivo: anticipa y reduce los problemas
antes de que escalen. Esto significa que la
convivencia escolar no depende solo de
normas externas, sino de habilidades internas
que cada estudiante desarrolla. Un grupo que
practica la escucha activa, que sabe ponerse en
el lugar del otro, transforma el aula en un
pequeño laboratorio de ciudadanía. Ahí se
ensaya la sociedad que queremos.
El impacto de estas habilidades se extiende
más allá del aula. Castro Cabrera y Cortés
Polanía (2023) documentan cómo la
cooperación aprendida en contextos escolares
influye en el comportamiento en casa y en la
comunidad. Cuando un niño comprende que el
respeto genera respeto, lleva esa lección a
todos sus espacios. La convivencia escolar,
entonces, no es un fin en sí misma, sino un
puente hacia una convivencia social más
amplia. Las aulas se convierten en incubadoras
de relaciones sanas, donde cada gesto amable
deja una huella que trasciende muros.
En la práctica, la empatía y la
autorregulación se cultivan con estrategias
concretas. Tornero et al. (2021) destacan
actividades como el teatro escolar, que
permiten experimentar conflictos ficticios y
ensayar soluciones reales. Sánchez et al.
(2021) observan que las dinámicas grupales y
los proyectos colaborativos fortalecen la
cooperación. En ambos casos, lo emocional y
lo cognitivo se entrelazan: mientras se aprende
una lección académica, también se aprende a
convivir. El aula se convierte así en un espacio
vivo, donde las habilidades socioemocionales
no son teoría, sino práctica diaria.
Los docentes, como guardianes del clima
escolar, también encuentran alivio en este
enfoque. Valenzuela-Santoyo y Portillo-
Peñuelas (2018) explican que un grupo
emocionalmente competente reduce la carga
disciplinaria, liberando al maestro para innovar
en sus métodos. Menos tiempo apagando
incendios significa más tiempo encendiendo
curiosidades. Sastre et al. (2020) añaden que la
inteligencia emocional docente refuerza este
ciclo: un maestro que modela autorregulación
y empatía enseña más con su ejemplo que con
cualquier sermón. La convivencia se contagia,
como una melodía que todos aprenden a
tararear.
Sin embargo, no basta con esperar que estas
habilidades florezcan solas. Castro Cabrera y
Cortés Polanía (2023) advierten que requieren
intencionalidad pedagógica y continuidad.
Programas de educación socioemocional,
talleres, y prácticas de reflexión guiada se
convierten en el terreno fértil para que la
empatía y la autorregulación crezcan. No es un
proceso rápido: como una planta, necesita
cuidados constantes. Pero los frutos, una
convivencia pacífica y colaborativa, justifican
cada esfuerzo. La paciencia y la constancia,
aquí, son parte de la lección.
Los beneficios también se reflejan en la
inclusión. Sánchez et al. (2021) señalan que un
aula con alta competencia socioemocional
acoge mejor a estudiantes con diferentes
habilidades, culturas y realidades. La empatía
rompe barreras invisibles; la autorregulación
evita respuestas impulsivas que pueden herir.
Este entorno inclusivo no solo favorece el
aprendizaje académico, sino que refuerza el
sentido de pertenencia. Los estudiantes dejan
de ser solo compañeros: se convierten en
aliados. El aula se transforma en un refugio
donde cada uno siente que tiene un lugar.
En última instancia, la convivencia escolar
basada en habilidades socioemocionales es
más que una estrategia educativa: es un
proyecto de humanidad. Valenzuela-Santoyo y
Portillo-Peñuelas (2018) lo expresan al afirmar
que la inteligencia emocional es una inversión
a largo plazo. Formar estudiantes capaces de
cooperar, respetar y resolver conflictos
pacíficamente es formar ciudadanos para una
sociedad más justa. Cada día, entre tareas y
recreos, se teje una red invisible de confianza
y respeto. Y en esa red, la escuela deja de ser
SAGA Rev. Cienc. Multidiscip. | e-ISSN 3073-1151 | Julio-Septiembre, 2025 | vol. 2 | núm. 3 | pág. 369-379
Otero Mendoza, L. K., Buri Espinoza, V. A., Quituisaca Vayancela, S. E., & Cedeño Alvarez, A. del R.
375
solo un lugar para aprender, y se convierte en
un lugar para vivir bien juntos.
Influencia de la inteligencia emocional en la
motivación intrínseca
En las aulas donde la curiosidad se respira,
la inteligencia emocional parece encender un
motor invisible. Rodríguez González et al.
(2021) señalan que los estudiantes con mayor
capacidad para reconocer y gestionar sus
emociones muestran un interés más profundo
por las tareas, incluso aquellas que requieren
esfuerzo sostenido. Torres Moreira y
Alchundia Mendoza (2024) coinciden,
subrayando que esta motivación no depende de
premios ni castigos, sino de un deseo genuino
por aprender. Es el brillo en los ojos de quien
descubre algo nuevo. Un impulso que no se
apaga con el timbre de salida, sino que sigue
vibrando en casa.
La motivación intrínseca, alimentada por la
inteligencia emocional, se convierte en una
brújula interna. Muñoz Tello y Dossman
Calderón (2024) explican que la perseverancia
nace de la conexión entre lo que se aprende y
lo que se siente. Así, un error no se vive como
un fracaso, sino como un paso más hacia la
meta. Chunga Díaz (2021) describe que, en
este contexto, las emociones no distraen:
orientan. El estudiante regula su frustración,
mantiene el rumbo y, poco a poco, convierte la
disciplina en hábito. Esa constancia es un
aprendizaje que ninguna calificación puede
medir del todo.
Fomentar la inteligencia emocional, según
Torres Moreira y Alchundia Mendoza (2024),
podría ser la llave para reducir la dependencia
de recompensas externas. Cuando el logro
personal se convierte en satisfacción
suficiente, la motivación deja de depender de
aplausos o medallas. Santiago-Torner (2023)
advierte que esta autonomía emocional no solo
fortalece el aprendizaje, sino que nutre la
creatividad. Un alumno motivado
intrínsecamente se atreve a proponer
soluciones nuevas, a experimentar sin miedo al
error. Y en ese proceso, la escuela deja de ser
un lugar de tareas obligatorias para
transformarse en un espacio de
descubrimientos voluntarios.
Este vínculo entre inteligencia emocional y
motivación interna también repercute en la
autorregulación. Rodríguez González et al.
(2021) muestran que quienes gestionan mejor
sus emociones tienden a planificar mejor,
postergar la gratificación y persistir ante
desafíos. Es un círculo virtuoso: la motivación
intrínseca impulsa el esfuerzo, y el esfuerzo
alimenta el interés. Chunga Díaz (2021)
enfatiza que esta dinámica se refuerza cuando
el docente actúa como modelo, mostrando
pasión por enseñar. Así, las emociones
positivas del maestro se contagian,
despertando en los estudiantes una motivación
que no se apaga con la nota final.
En última instancia, la inteligencia
emocional transforma la motivación en un
compromiso personal. Torres Moreira y
Alchundia Mendoza (2024) concluyen que este
tipo de motivación es más resistente a la
frustración y más adaptable a cambios. En
otras palabras, prepara al estudiante no solo
para aprobar exámenes, sino para afrontar la
vida con curiosidad y determinación. Muñoz
Tello y Dossman Calderón (2024) lo resumen
bien: “la motivación intrínseca es el
combustible que no se agota”. Y tal vez esa sea
la mayor victoria de la educación: formar
personas que quieran seguir aprendiendo,
incluso cuando ya nadie las evalúa.
Programas de intervención socioemocional
y sus efectos sostenibles
En muchas escuelas, los programas de
intervención socioemocional han pasado de ser
actividades ocasionales a convertirse en ejes
centrales del aprendizaje. Clemente, Urrea y
Arnau-Sabatés (2023) señalan que, cuando
están basados en evidencia, estos programas no
solo fortalecen las relaciones entre estudiantes,
sino que también elevan el rendimiento
académico. Lozano-Peña et al. (2023) destacan
que las competencias adquiridas se mantienen
a largo plazo, incluso más allá de la etapa
escolar. Es como plantar un árbol: las raíces
crecen en silencio, y años después, siguen
dando sombra. La educación socioemocional
es esa raíz invisible que sostiene el bienestar
duradero.
En el aula, estas intervenciones no se
limitan a charlas teóricas. Valle (2024)
SAGA Rev. Cienc. Multidiscip. | e-ISSN 3073-1151 | Julio-Septiembre, 2025 | vol. 2 | núm. 3 | pág. 369-379
Otero Mendoza, L. K., Buri Espinoza, V. A., Quituisaca Vayancela, S. E., & Cedeño Alvarez, A. del R.
376
describe programas para niños de 4 a 5 años
donde el juego guiado y las historias fomentan
la autorregulación y la empatía. Rodrigo y
Kesler (2024) añaden que, en contextos de
evaluación educativa, las habilidades
socioemocionales actúan como
amortiguadores frente al estrés. La evidencia
muestra que los estudiantes formados en este
campo enfrentan mejor la presión académica.
La calma, la cooperación y la confianza mutua
se convierten en parte de la rutina escolar,
generando un ambiente propicio para aprender
sin miedo.
El impacto no se queda solo en las notas o
el clima del aula. Chicoma y Santisteban
(2022) documentan cómo la formación
socioemocional en docentes multiplica el
alcance de los programas. Un maestro que
regula sus emociones y entiende las de sus
alumnos transmite seguridad y respeto.
Lozano-Peña et al. (2023) confirman que los
beneficios son sostenibles: años después de la
intervención, los estudiantes conservan
estrategias para manejar conflictos y
motivarse. Así, la educación no solo forma
memorias académicas, sino hábitos
emocionales que acompañan toda la vida.
La sostenibilidad de estos efectos es uno de
los hallazgos más valiosos. Clemente et al.
(2023) explican que, al cabo de varios años, las
habilidades adquiridas siguen influyendo en
las decisiones y relaciones de los exalumnos.
Valle (2024) argumenta que estas
competencias actúan
como una “vacuna”
contra problemas de convivencia y estrés. El
valor está en que, a diferencia de algunos
contenidos académicos que se olvidan, la
inteligencia emocional permanece. Aprender a
escuchar, a manejar la frustración o a trabajar
en equipo es como aprender a caminar: una vez
integrado, no se desaprende.
Integrar estos programas al currículo formal
no es un lujo, sino una necesidad. Rodrigo y
Kesler (2024) insisten en que las políticas
educativas deben reconocer el papel central de
la formación socioemocional. No basta con
ofrecer talleres aislados; se requiere un
enfoque sistemático y continuo. Chicoma y
Santisteban (2022) proponen que las
habilidades socioemocionales se enseñen con
la misma prioridad que la lectura o las
matemáticas. Al fin y al cabo, un alumno que
sabe gestionar sus emociones estará mejor
preparado para usar el conocimiento que
adquiere.
El bienestar a largo plazo también es un
indicador claro de éxito. Lozano-Peña et al.
(2023) señalan que quienes participan en estos
programas reportan mayor satisfacción
personal y relaciones más sanas en la adultez.
Clemente et al. (2023) añaden que esta
estabilidad emocional reduce el riesgo de
problemas de salud mental. No es exagerado
decir que invertir en programas
socioemocionales es invertir en sociedades
más equilibradas. Un aula con niños
emocionalmente fuertes es el germen de una
comunidad que sabe dialogar, respetar y
construir en conjunto.
No podemos olvidar el papel del docente
como mediador de este proceso. Chicoma y
Santisteban (2022) subrayan que los maestros
requieren formación continua para sostener los
logros de los programas. Valle (2024) muestra
que, cuando el educador domina herramientas
socioemocionales, el impacto en los
estudiantes se potencia. En este sentido, la
sostenibilidad no depende solo del diseño
inicial del programa, sino de su
mantenimiento. Como un huerto, la educación
socioemocional necesita cuidados constantes
para seguir dando frutos.
Las experiencias documentadas en distintos
países coinciden en un punto: el efecto
multiplicador. Rodrigo y Kesler (2024)
destacan que las habilidades socioemocionales
adquiridas en la infancia y adolescencia
influyen en la forma en que las personas
enfrentan retos laborales y familiares en el
futuro. Lozano-Peña et al. (2023) apuntan que
estas competencias también mejoran la
participación ciudadana y la resolución
pacífica de conflictos. Así, lo que empieza en
un aula puede transformarse en un cambio
cultural más amplio. La educación
socioemocional es, en esencia, una semilla de
paz.
El reto está en garantizar que estos
programas no se diluyan con el tiempo ni
dependan de iniciativas temporales. Clemente
et al. (2023) proponen evaluaciones periódicas
SAGA Rev. Cienc. Multidiscip. | e-ISSN 3073-1151 | Julio-Septiembre, 2025 | vol. 2 | núm. 3 | pág. 369-379
Otero Mendoza, L. K., Buri Espinoza, V. A., Quituisaca Vayancela, S. E., & Cedeño Alvarez, A. del R.
377
y ajustes basados en datos para asegurar su
vigencia. Valle (2024) coincide, recordando
que la flexibilidad para adaptarse a las
necesidades de cada contexto es clave. En
última instancia, la educación socioemocional
debe verse como una inversión
intergeneracional. Su impacto, como muestran
los estudios, no termina con la graduación:
sigue influyendo en la forma en que las
personas viven, trabajan y se relacionan.
En definitiva, los programas de
intervención socioemocional son más que un
complemento educativo: son una estrategia de
vida. Rodrigo y Kesler (2024) los describen
como “puentes” e
ntre el aprendizaje escolar y
la vida adulta. Lozano-Peña et al. (2023) y
Chicoma y Santisteban (2022) coinciden en
que su integración plena al currículo es
urgente. No se trata solo de mejorar el presente
escolar, sino de asegurar un futuro donde la
empatía, la autorregulación y la cooperación
sean la norma. Una escuela que enseña a sentir
y convivir está, en realidad, enseñando a vivir
bien.
CONCLUSIONES
Los hallazgos de esta revisión confirman
que la inteligencia emocional y las habilidades
socioemocionales no son elementos
secundarios, sino pilares fundamentales del
éxito escolar en educación básica. Se evidenció
que su desarrollo influye directamente en el
rendimiento académico, en la calidad de la
convivencia escolar y en la motivación
intrínseca de los estudiantes. Además, los
programas de intervención bien diseñados
generan beneficios sostenibles, que perduran
más allá del aula. Esto refuerza la idea de que
educar no solo implica transmitir contenidos,
sino también cultivar la capacidad de
comprender y gestionar emociones para
afrontar con éxito los retos del aprendizaje.
La relación entre manejo emocional y logro
escolar se mostró consistente: estudiantes que
regulan sus emociones enfrentan con mayor
serenidad las evaluaciones y perseveran ante
los retos. La empatía, por su parte, fortalece la
cooperación y reduce los conflictos, creando
entornos de aprendizaje más seguros e
inclusivos. La motivación intrínseca florece
cuando el alumno siente conexión con lo que
aprende y valora su propio progreso. Así, el
aprendizaje deja de ser una obligación y se
transforma en un deseo, impulsado por una
satisfacción personal que no depende de
recompensas externas.
Los programas de intervención
socioemocional demostraron tener un impacto
profundo y duradero. No solo mejoran el
rendimiento académico y la convivencia
inmediata, sino que dejan huellas positivas en
la vida futura de los estudiantes. Las
competencias adquiridas, como la
autorregulación, la empatía y la resiliencia, se
convierten en herramientas útiles para
enfrentar desafíos fuera del contexto escolar.
Esto evidencia que invertir en educación
socioemocional es, en realidad, invertir en la
construcción de personas capaces de vivir y
convivir de manera equilibrada y responsable
en la sociedad.
Asimismo, se comprobó que el rol del
docente es determinante para la efectividad de
estas intervenciones. Maestros
emocionalmente competentes no solo
transmiten conocimientos, sino que modelan
comportamientos, actitudes y formas de
gestionar emociones. Ellos son catalizadores
de cambios duraderos, capaces de sembrar
confianza y motivación en sus alumnos. Por
eso, fortalecer las habilidades
socioemocionales de los educadores es tan
necesario como hacerlo en los estudiantes. Una
comunidad educativa emocionalmente
preparada genera un entorno donde aprender se
convierte en una experiencia más humana y
significativa.
En síntesis, esta revisión deja claro que
integrar la inteligencia emocional y las
habilidades socioemocionales al currículo
escolar es una necesidad urgente. Los
beneficios abarcan tanto el presente académico
como la vida futura de los estudiantes. El reto
es diseñar e implementar estrategias
sostenibles que las fortalezcan, apoyadas por
docentes formados y comprometidos. La
escuela que enseña a sentir, pensar y convivir
construye ciudadanos completos, capaces de
afrontar la vida con equilibrio y empatía. Esa
es, quizá, la lección más valiosa que la
educación puede ofrecer.
SAGA Rev. Cienc. Multidiscip. | e-ISSN 3073-1151 | Julio-Septiembre, 2025 | vol. 2 | núm. 3 | pág. 369-379
Otero Mendoza, L. K., Buri Espinoza, V. A., Quituisaca Vayancela, S. E., & Cedeño Alvarez, A. del R.
378
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Arrieta Bobadilla, C. (2021). Las redes sociales,
la inteligencia emocional y su relación
con el rendimiento académico de los
estudiantes de Maestría en Educación de
la Unidad de Posgrado, Universidad
César Vallejo, 2019 [Tesis doctoral,
Universidad Nacional de Educación
Enrique Guzmán y Valle]. Repositorio
institucional.
http://repositorio.une.edu.pe/handle/20.50
0.14039/5858
Bengoa Calachua, V. (2021). Inteligencia
emocional y rendimiento académico de
los estudiantes del Instituto de Educación
Superior Tecnológico Juana María
Condesa, Corire, Arequipa, 2019 [Tesis
de maestría]. Repositorio institucional.
https://repositorio.upt.edu.pe/handle/20.50
0.12969/1955
Cañabi, L. M., Ramos, M., & Reaño, D. M.
(2021). Inteligencia emocional y
rendimiento académico en estudiantes
universitarios de Ciencias de la Salud de
Iberoamérica [Tesis de pregrado,
Universidad Continental]. Repositorio
institucional.
https://hdl.handle.net/20.500.12394/11235
Castro Cabrera, D. M., & Cortés Polanía, R.
(2023). Influencia de inteligencia
emocional y habilidades sociales en
contextos escolarizados: Revisión
sistemática. Ciencia Latina Revista
Científica Multidisciplinar, 7(1), 9342
–
9359.
https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v7i1.5133
Chicoma, M. D. P. M., & Santisteban, B. F.
(2022). Programas de intervención para el
desarrollo de competencias
socioemocionales en docentes de
educación escolar: Una revisión narrativa.
Revista Psicológica Herediana, 15(2),
61
–
76.
Chunga Díaz, T. O. (2021). Inteligencia
emocional y motivación en docentes de
educación básica regular [Tesis doctoral,
Universidad César Vallejo]. UCV-
Institucional.
https://hdl.handle.net/20.500.12692/69101
Clemente, C., Urrea, A., & Arnau-Sabatés, L.
(2023). Programas socioemocionales para
adolescentes basados en evidencias: Una
scoping review. Journal of Psychology &
Education/Revista de Psicología y
Educación, 18(2).
Llanos Bardales, J., & Machuca Cabrera, Y. J.
(2023). Inteligencia emocional y
rendimiento académico en el Perú:
Revisión sistemática periodo 2020 al 2023
y meta-análisis. Ciencia Latina Revista
Científica Multidisciplinar, 7(5), 9733
–
9748.
https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v7i5.8536
Lozano-Peña, G., Sáez-Delgado, F., López-
Angulo, Y., Mella-Norambuena, J.,
Contreras-Saavedra, C., & Ramos-
Huenteo, V. (2023). Programas de
intervención docente en competencias
socioemocionales: Una revisión
sistemática de la literatura. Aula de
Encuentro, 25(2), 218
–
245.
Muñoz Tello, A. F., & Dossman Calderón, D. M.
(2024). Motivación intrínseca y su
relación con el aprendizaje del factor
común. Praxis, 20(1), 143
–
157.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?
codigo=9624059
Rodrigo, L., & Kesler, A. (2024). Las habilidades
socioemocionales en los programas de
evaluación de la educación: Discursos
internacionales y experiencias locales.
Revista Educação e Políticas em Debate,
13(2).
Rodríguez González, P., Cecchini Estrada, J. A.,
Méndez Giménez, A., & Sánchez
Martínez, B. (2021). Motivación
intrínseca, inteligencia emocional y
autorregulación del aprendizaje: Un
análisis multinivel. Revista Internacional
de Medicina y Ciencias de la Actividad
Física y del Deporte.
Sánchez, J. E. A., Vásquez, K. M. C., Lozano, M.
L., & Cocunubo, R. H. S. (2021). La
convivencia escolar basada en la
inteligencia emocional, desarrolla
habilidades. UCV Hacer, 10(4), 11
–
26.
http://revistas.ucv.edu.pe/index.php/ucv-
hacer/article/view/1980
Santiago-Torner, C. (2023). Teletrabajo y
comportamiento creativo: El efecto
moderador de la motivación intrínseca.
Revista de Economía del Rosario, 26(1),
1
–
39.
https://doi.org/10.12804/revistas.urosario.
edu.co/economia/a.13344
Sastre, S., Alvarado, J. M., Artola, T., & Jiménez-
Blanco, A. (2020). Inteligencia emocional
y rendimiento académico: Un modelo
evolutivo. Revista Iberoamericana de
Diagnóstico y Evaluación
–
e Avaliação
Psicológica, 3(56), 129
–
141.
SAGA Rev. Cienc. Multidiscip. | e-ISSN 3073-1151 | Julio-Septiembre, 2025 | vol. 2 | núm. 3 | pág. 369-379
Otero Mendoza, L. K., Buri Espinoza, V. A., Quituisaca Vayancela, S. E., & Cedeño Alvarez, A. del R.
379
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=45
9664450011
Torres Moreira, J. E., & Alchundia Mendoza, M.
N. (2024). La inteligencia emocional y la
motivación en estudiantes de educación
superior: Revisión sistemática. Ciencia y
Educación, 5(11), 33
–
51.
https://doi.org/10.5281/zenodo.14061042
Tornero, I., Castillo, E., Moreno-Sánchez, E., &
Sáez, J. (2021). Desarrollo de la
inteligencia emocional a través de la
dramatización. Apunts Educación Física y
Deportes, 37(143), 27
–
32.
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=55
1666171004
Valenzuela-Santoyo, A., & Portillo-Peñuelas, S.
(2018). La inteligencia emocional en
educación primaria y su relación con el
rendimiento académico. Revista de
Educación, 22(3), 228
–
241.
https://www.scielo.sa.cr/pdf/ree/v22n3/14
09-4258-ree-22-03-228.pdf
Valle, A. M. (2024). Enfoques integralmente
socioemocionales en educación inicial:
Diseño, implementación y evaluación de
programas y recursos para niños de 4 a 5
años. Latam: Revista Latinoamericana de
Ciencias Sociales y Humanidades, 5(1),
33.
Vaquero, M. (2020). Relación entre inteligencia
emocional y rendimiento académico en
adolescentes dentro de un centro
educativo de excelencia en Sao Paulo
[Tesis doctoral, Universidad de
Salamanca]. Repositorio institucional.
https://hdl.handle.net/11162/232823
DECLARACIÓN DE CONFLICTO DE INTERESES
Las autoras declaran no tener conflictos de intereses.
DERECHOS DE AUTOR
Otero Mendoza, L. K., Buri Espinoza, V. A., Quituisaca Vayancela, S. E., & Cedeño Alvarez, A. del
R. (2025)
Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo la licencia Creative Commons de Atribución No
Comercial 4.0, que permite su uso sin restricciones, su distribución y reproducción por cualquier
medio, siempre que no se haga con fines comerciales y el trabajo original sea fielmente citado.
El texto final, datos, expresiones, opiniones y apreciaciones contenidas en esta publicación es de
exclusiva responsabilidad de los autores y no necesariamente reflejan el pensamiento de la revista.