Guerrero Pazmiño, J. A., Barroso Romero, A. J., Quilligana Garcia, K. B., Delgado Sánchez, J. J., & Pozo Hernández, E. L.
831
e-ISSN 3073-1151 Julio-
Septiembre, 2025 Vol. 2,
Núm. 3, 831-844
https://doi.org/10.63415/saga.v2i3.24
3
Revista Científica Multidisciplinar
https://revistasaga.org/
Artículo de investigación original
Correlación entre sintomatología disociativa y experiencias
adversas en la infancia en población universitaria
Correlation between dissociative symptomatology and adverse
childhood experiences in a university population
1
CIDPROS - Centro de Innovación y Desarrollo Profesional, Milagro, Ecuador
Recibido: 2025-05-01 / Aceptado: 2025-06-02 / Publicado: 2025-07-01
RESUMEN
Este estudio examina la relación entre experiencias adversas en la infancia (EAI) y sintomatología disociativa en jóvenes
universitarios, dada la evidencia de que el trauma temprano afecta la integración del yo y la regulación emocional en la
adultez. El objetivo fue analizar la correlación entre EAI (abuso/negligencia y disfunción familiar) y las dimensiones de la
disociación. Se aplicó un enfoque cuantitativo, no experimental, correlacional y de corte transversal en 113 estudiantes
(52,2 % mujeres; 18–25 años), usando el ACE-Q y la DES-II; los datos se procesaron en SPSS v27 con estadística descriptiva
y correlaciones de Pearson. Predominaron niveles bajos en EAI y DES-II, aunque se observó un subgrupo en rangos medios
de absorción (38,9 %), despersonalización/desrealización (19,5 %) y distracción (23,0 %); en ACE, la disfunción familiar fue
mayormente baja (71,7 %), mientras que abuso/negligencia alcanzó 42,5 % en niveles medio/alto. Las correlaciones entre
EAI y disociación fueron positivas, altas y significativas (r=.588–.636; p<.01) en todas las combinaciones principales. Se
concluye que existe una asociación robusta que justifica un cribado universitario combinado (ACE + DES-II) y
derivaciones tempranas hacia intervenciones de mentalización y apoyo psicosocial; se recomienda investigar con diseños
longitudinales y multimétodo.
Palabras clave: experiencias adversas; infancia; sintomatología disociativa; población universitaria; negligencia;
disfunción familiar
ABSTRACT
This study examines the association between Adverse Childhood Experiences (ACEs) and dissociative symptomatology
among university students, given evidence that early traumadisrupts self-integration and emotion regulation in
adulthood. The aim was to analyze correlations between ACE domains (abuse/neglect and family dysfunction) and
dissociation dimensions. We used a quantitative, non-experimental, correlational, cross-sectional design with 113
students (52.2% women; ages 18–25), applying the ACE-Q and DES-II; data were analyzed in SPSS v27 using descriptive
statistics and Pearson correlations. Low levels predominated in both ACEs and DES-II, although a subgroup fell within mid-
range levels of absorption (38.9%), depersonalization/derealization (19.5%), and distraction (23.0%); in ACEs, family
dysfunction was mostly low (71.7%), whereas abuse/neglect reached 42.5% at medium/high levels. Correlations between
ACEs and dissociation were positive, high, and significant (r = .588–.636; p < .01) across the main combinations. We
conclude there is a robust association that justifies combined university screening (ACE-Q + DES-II) and early referrals to
mentalization-focused and psychosocial supports; future work should employ longitudinal, multi-method designs.
keywords: adverse experiences; childhood; dissociative symptomatology; university population; neglect; family
dysfunction
RESUMO
Este estudo examina a relação entre experiências adversas na infância (EAI) e sintomatologia dissociativa em jovens
universitários, dada a evidência de que o trauma precoce afeta a integração do self e a regulação emocional na vida
adulta. O objetivo foi analisar a correlação entre EAI (abuso/negligência e disfunção familiar) e as dimensões da
dissociação.
,
Alejandro Javier Barroso Romero
1
,
,
Jossmar Jacobo Delgado Sánchez
1
,
Jennifer Alejandra Guerrero Pazmiño
1
Karem Beatriz Quilligana Garcia
1
Edwin Leonel Pozo Hernández
1
SAGA Rev. Cienc. Multidiscip. | e-ISSN 3073-1151 | Julio-Septiembre, 2025 | vol. 2 | núm. 3 | pág. 831-844
Guerrero Pazmiño, J. A., Barroso Romero, A. J., Quilligana Garcia, K. B., Delgado Sánchez, J. J., & Pozo Hernández, E. L.
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Foi utilizada uma abordagem quantitativa, não experimental, correlacional e transversal, com 113 estudantes (52,2%
mulheres; 18–25 anos), aplicando o ACE-Q e a DES-II; os dados foram processados no SPSS v27 com estatística descritiva e
correlações de Pearson. Predominaram níveis baixos em EAI e DES-II, embora tenha sido observado um subgrupo em
faixas médias de absorção (38,9%), despersonalização/desrealização (19,5%) e distração (23,0%); no ACE, a disfunção
familiar foi majoritariamente baixa (71,7%), enquanto abuso/negligência alcançou 42,5% em níveis médio/alto. As
correlações entre EAI e dissociação foram positivas, altas e significativas (r=.588–.636; p<.01) em todas as combinações
principais. Conclui-se que existe uma associação robusta que justifica um rastreamento universitário combinado (ACE +
DES-II) e encaminhamentos precoces para intervenções de mentalização e apoio psicossocial; recomenda-se investigar
com delineamentos longitudinais e multimétodo.
palavras-chave: experiências adversas; infância; sintomatologia dissociativa; população universitária; negligência;
disfunção familiar
Forma sugerida de citar (APA):
Guerrero Pazmiño, J. A., Barroso Romero, A. J., Quilligana Garcia, K. B., Delgado Sánchez, J. J., & Pozo Hernández, E. L. (2025). Correlación entre
sintomatología disociativa y experiencias adversas en la infancia en población universitaria. Revista Científica Multidisciplinar SAGA, 2(3), 831-844.
https://doi.org/10.63415/saga.v2i3.243
Esta obra está bajo una licencia internacional
Creative Commons de Atribución No Comercial 4.0
INTRODUCCIÓN
Ladisociación hasido reconocida como una
respuestapsicológicaanteeventos
traumáticos, especialmente aquellos ocurridos
durante la infancia. Este mecanismo dedefensa
puede manifestarse a través de síntomas como
ladesconexiónentre pensamientos,
emociones, memoria o identidad, afectando
significativamente el funcionamiento diario de
quienes lo experimentan (Alonso, 2021). En las
últimas décadas, la investigación ha
evidenciado una fuerte asociaciónentre
experiencias adversas tempranas como
negligencia, abuso o abandono y la aparición
de sintomatología disociativa en la adultez.
Estos hallazgos sugieren que el trauma infantil
puede alterar procesos neuropsicológicos y
emocionales clave para el desarrollo de una
identidad cohesionada.
En el contexto universitario, diversos
estudios han documentado que los jóvenes
adultos, especialmente aquellos que han
atravesado situaciones traumáticas en la niñez,
presentannivelessignificativosde
sintomatología disociativa, lo cual incide
negativamente en su salud mental,
rendimiento académico yrelaciones
interpersonales (Mhanna et al.,
2022). La transición a la vida universitaria
implica una serie de desafíos psicológicos y
sociales que, en individuos con antecedentes
de trauma, pueden detonar o intensificar
fenómenos disociativos. Esto
cobra particular relevancia si se considera que
la disociación no siempre es evidente y puede
confundirse con otros trastornos o pasarse por
alto en evaluaciones clínicas estándar.
Estudios recientes también han identificado
que el tipo de apego desarrollado en la
infancia, particularmente el apego inseguro o
desorganizado, actúa como un mediador en la
relaciónentreeltraumainfantilyla
disociación, exacerbando la fragmentación de
la identidad y la desregulación emocional en la
adultez. Asimismo, autores como (González
M., 2023) han resaltado la relación entre la
disociación y otros trastornos psicológicos,
incluyendo el trastorno de estrés
postraumático complejo (TEPT-C), lo cual
evidencia la necesidad de enfoques
diagnósticos integrales que consideren el
historial de experiencias adversas infantiles
en las evaluaciones desalud mental en adultos
jóvenes.
En este marco, el objetivo del presente
estudio es analizar la correlación entre la
sintomatología disociativa y las experiencias
adversas en la infancia en una muestra de
población universitaria. Se busca determinar si
existe una relación significativa entre ambos
constructos y, en caso afirmativo, caracterizar
los tipos de experiencias infantiles más
asociadas con manifestaciones disociativas.
Este análisis no solo pretende ampliar la
comprensióndelfenómenodesdeuna
perspectiva empírica, sino también contribuir
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al diseño de estrategias de intervención y
acompañamientopsicoeducativoque
respondan adecuadamente a las necesidades
de losestudiantes afectados
por traumas tempranos.
Experiencias adversas en la infancia
Las experiencias adversas en la infancia
(EAI) comprenden una serie de eventos
traumáticos y estresores graves sufridos antes
de los 18 años, como el abuso físico,
emocionalosexual,lanegligencia,el
abandono,la violencia domésticaola
exposición a entornos con drogadicción o
enfermedad mental. Estos eventos tienen el
potencial de alterar profundamenteel
desarrollo neurológico y psicosocial de los
individuos, estableciendo bases vulnerables
para la aparición de trastornos mentales y
somáticos en la vida adulta. (González et al.,
2023) encontraron que adolescentes
expuestos a EAI presentaban una alta
incidencia de trastornos comodepresión,
ansiedad y conductas
disociativas. (Mieles et al., 2025) señalan
además que estas experiencias afectan
negativamente la satisfacción familiar y el
bienestar psicológico en población
universitaria, indicando que los efectos del
trauma infantil se prolongan
significativamente en el tiempo y pueden
influir en la salud mental incluso en contextos
académicos. Asimismo, (Ouandelous et al.,
2024), en un análisis sociocultural de la
infancia en contextos de violencia política,
destacan cómo el silencio impuesto sobre las
vivencias traumáticas genera una
fragmentación emocional profunda que se
mantiene en la adultez.
Ladisociacióncomomecanismode
afrontamiento
La disociación ha sido históricamente
entendida como un mecanismo de defensa
frente a eventos emocionales abrumadores,
permitiendo que el individuo se distancie de
experiencias que amenazan su integridad
psíquica (Bonilla y Pedrogo, 2023). Esta
escisión de la conciencia, que puede afectar la
identidad, la memoria y la percepción del
entorno, se manifiesta en diversos grados y
formas clínicas, desde episodios leves de
desconexiónhastatrastornosdisociativos
complejos. Según (Hart, 2021), El modelo
estructural de la disociación postula que este
fenómeno surge cuando el procesamiento de
experiencias traumáticas excede los recursos
adaptativos del individuo, llevando a una
fragmentación de los sistemas mentales. Esta
fragmentaciónpuedeobservarse
particularmente en personas quehan
enfrentado traumas repetitivos en etapas
tempranas de la vida, cuando los sistemas de
autorregulación emocional aún no están
completamente desarrollados.
Por otro lado, (McHugh y Egan, 2023) la
disociación no siempre es patológica; también
puede presentarse en estados normales como
la ensoñación o la concentración profunda. Sin
embargo, cuando se convierte en un patrón
persistente y generalizado, puede derivar en
trastornos disociativos como el trastorno de
identidad disociativo, la despersonalización o
la amnesia disociativa. (Lashkay et al., 2023)
añade que es fundamental distinguir entre
estas manifestaciones adaptativas y las que
revelan unsufrimientopsíquico
significativo, especialmente cuando
están vinculadas a eventos traumáticos no
elaborados. En este sentido, las experiencias
adversas en la infancia se han identificado
como factores de riesgo determinantes para
la aparición de síntomasdisociativos
severos enetapas posteriores de la
vida.
Correlaciónentretraumainfantily
sintomatología disociativa
Diversos estudios respaldan la relación
directa entre el trauma infantil y el desarrollo
de sintomatología disociativa en la vida adulta.
Esta conexión se ha explicado desde múltiples
enfoques, siendo uno de los más influyentes el
modelo de la disociación estructural, el cual
sostiene que la repetición de situaciones
traumáticas en la niñez impide la integración
de la identidad, provocando una escisión de
funciones psíquicas básicas como la memoria
autobiográfica, la conciencia del yo y la
regulación emocional (Fung et al., 2025). Las
personas afectadas pueden presentar vacíos
en la memoria, estados de
despersonalización, automatismos y otras
manifestaciones clínicas que responden al
intento del aparato psíquico de protegerse del
sufrimiento. En esta línea, (Sándor et al.,
2023) subrayan que ciertos
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cuadros clínicos, como el trastorno obsesivo y
otros relacionados con la compulsividad,
también pueden ser entendidos como formas
indirectas de disociación, dado que permiten al
sujetodesviarlaatencióndelmalestar
originado en el trauma temprano.
Así mismo, (Wagner et al., 2022) han
identificadoqueexisteunacoexistencia
frecuente entresíntomasdepresivosy
disociativos en personas que sufrieron abusos
en la infancia, sugiriendo que ambos conjuntos
sintomáticos comparten un origen común en la
vivencia del trauma. Estas alteraciones pueden
manifestarse con mayor intensidad en
contextos universitarios, donde las exigencias
emocionales, sociales y cognitivas desafían los
recursos adaptativos del estudiante,
generando un terreno fértil para la
reactivación de memorias traumáticas no
integradas (Jowett et al., 2022). Por ello,
comprender esta relación entre trauma y
disociación resulta clave para diseñar
intervenciones preventivasy
terapéuticas eficaces en esta población.
Impacto de las experiencias adversas en
universitarios
En el contexto universitario, los efectos del
trauma infantil suelen emerger con particular
fuerza. El ingreso a la universidad implica un
proceso de individuación que exige autonomía
emocional, toma de decisiones y exposición a
nuevos entornos sociales. Estas exigencias
puedendesencadenarsintomatología
disociativa en individuos con antecedentes de
experiencias adversas en lainfancia.
(González M. , 2023) señalan que la salud
mental de los estudiantes universitarios está
profundamente influenciada por el tipo de
vínculos establecidos en la infancia, siendo la
satisfacción familiar un factor protector frente
a la aparición de alteraciones psicológicas
como la ansiedad,la depresiónyla
disociación. La falta de contención afectiva en
etapas tempranas puede llevar a que los
estudiantes presenten dificultades para
integrar sus emociones y pensamientos,
sintiéndose fragmentados o desconectados
de su propia experiencia subjetiva (Nader,
2022).
En este mismo sentido, (Ramírez, 2023)
realizó un análisis factorial de los síntomas
disociativos en estudiantes de ingeniería,
hallando que un porcentaje considerable de la
muestrapresentabaindicadoresde
despersonalización, confusión identitaria y
alteraciones en la percepción del entorno,
todos ellos relacionados con antecedentes de
trauma. Estas evidencias ponen de manifiesto
la necesidad de abordar el trauma desde una
perspectiva académica einstitucional,
considerando que su impacto se extiende más
allá de lo clínico y alcanza dimensiones
sociales, pedagógicas y de rendimiento
académico. Así, el reconocimiento de la
disociación como una forma de manifestación
del sufrimiento psíquico en estudiantes con
historias de vida adversas permite generar
respuestas más empáticas y contextualizadas
por parte de los entornos educativos (Maiese,
2024).
La influencia del apego en el desarrollo de
mecanismos disociativos
El sistema de apego desempeña un rol
crucial en el desarrollo psíquico temprano y,
por consiguiente, en la capacidad del individuo
para regular emociones y establecer una
identidad cohesiva (Pereira, 2021). Cuando los
cuidadores primarios no proveen seguridad
emocional o son fuente directa de maltrato, el
niño no desarrolla estrategias de
afrontamiento integradoras, lo que puede
dar paso a mecanismos de defensa
disociativos. Según (Molinero et al., 2023) la
falta de un apego seguro propicia la
fragmentación de la
experiencia, impidiendo que el menor organice
sus vivencias de forma coherente. Este tipo de
disociación no se limita a episodios agudos,
sino que puede convertirse en un estilo
persistente de funcionamiento psíquico que
afecta la percepción de sí mismo y del entorno,
derivandoensintomatologíadisociativa
crónica en la adultez.
Por otra parte, (Barrientos y Lopez, 2021)
han mostrado cómo la alexitimia (dificultad
para identificar y expresar emociones) actúa
como un intermediario entre los estilos de
apegodisfuncionalesylossíntomas
disociativos. Es decir, los individuos con
antecedentes de trauma y relaciones
parentales fallidas nosolodesarrollan
unapobre conciencia emocional, sino
que tienden a desconectarse de sus
experiencias internas como forma de
autoconservación. Esto se
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traduce en una vivencia subjetiva
caracterizada porladesconexión,el
entumecimiento afectivo y la sensación
de extrañeza respecto a uno mismo. En el
ámbito universitario, estas dinámicas pueden
intensificarse debido a las exigencias
emocionales y sociales del entorno, haciendo
evidente la necesidad de abordajes que
contemplen el vínculo entre el apego y la salud
mental (Arroyo E. N., 2024).
Dimensionessociales,culturalesy
tecnológicas de la disociación
El entorno social, la cultura y la estructura
familiar juegan un papel fundamental en la
aparición o mantenimiento de los síntomas
disociativos. (Arroyo y Díaz, 2021) destacan
que muchas personas con antecedentes de
traumainfantildesarrollancreencias
disfuncionales sobresus recuerdos,
percibiéndolos como fragmentados, peligrosos
o incluso inverificables, lo cual dificulta la
elaboraciónterapéutica. Estascreencias
refuerzan la disociación al evitar el acceso a
memorias dolorosas, manteniendo al individuo
en un estado de desconexión constante. En
este sentido, el trabajo clínico debe orientarse
no solo ala recuperaciónde
recuerdos traumáticos, sino también a
modificar la forma en que estos son
comprendidos y significados por la persona. En
cuanto a las condiciones socioeconómicas
(Rubio y Membrado, 2024).
Además, (Gonzalo y Noemi, 2022) plantea
que modelos terapéuticos como el EMDR
(Desensibilización y Reprocesamiento por
Movimiento Ocular) han demostrado ser
eficaces en el tratamiento de disociaciones
vinculadas al trauma complejo, ya que
permiten acceder a los recuerdos traumáticos
sin que la persona se vea desbordada
emocionalmente. Sin embargo, su efectividad
depende en gran medida de la disposición del
paciente a confrontar sus propias narrativas
internas sobre lo vivido. Por tanto, la
dimensióncognitivadeladisociación,
expresada en creencias sobre el yo y el mundo,
se convierte en un foco terapéutico prioritario.
Esto resulta particularmente relevante en
jóvenes universitarios, quienes se encuentran
en pleno proceso de reconfiguración
identitaria y, por tanto, son más susceptibles
atransformar susestructurascognitivas
si recibenel acompañamiento adecuado
(Tarancón, 2024).
Consecuencias funcionales y académicas de la
disociación en población universitaria
La sintomatología disociativa no solo
representaunaafectaciónsubjetivadel
individuo, sino que conlleva consecuencias
funcionales tangibles,especialmente en
contextos académicos. En estudiantes
universitarios, estas manifestaciones pueden
traducirse en dificultades para mantener la
concentración, pérdida de memoria episódica,
desconexión emocional y problemas en la
construcción derelacionessociales
significativas. (Linde et al., 2023) encontraron
unacorrelación significativa entre
experiencias adversas en la infancia,
insatisfacción familiar y una disminución en la
salud mental general de los universitarios, lo
cual incide directamente en su rendimiento
académico y su bienestar psicológico. La
disociación, en este caso, actúa como una
respuesta defensiva ante el estrés acumulado
y no resuelto, generando un patrón de
evitación emocional que obstaculiza la
adaptación al entorno universitario (Mutluer
et al., 2021).
En esta misma línea, (Revollar, 2025),
subrayan que el estigma asociado al trauma en
entornos sociales y educativos
puedeexacerbar la disociación, ya que los
individuos sienten la necesidad de ocultar sus
síntomas por temor a la discriminación o
incomprensión. Este fenómeno de
desidentificación conduce a una mayor
fragmentación del yo y a un sentido de
aislamiento,dificultandoaúnmásla
integración personal y social del estudiante. La
universidad, como espacio de transición hacia
laadultez, exigeunnivelelevado de
autorregulación emocional y cognitiva; sin
embargo, aquellos estudiantes con
antecedentes traumáticos no siempre cuentan
con las herramientas necesarias para afrontar
estas exigencias. En consecuencia, (Goldberg,
2023) resalta que comprender el impacto de la
disociación en estapoblación resulta
fundamental paradiseñar intervenciones
psicoeducativas adecuadas, orientadas a la
prevención del abandono académico y al
fortalecimiento del bienestar psicológico.
A partir de la revisión teórica, se evidencia
queladisociaciónesunarespuesta
psicobiológica compleja, fuertemente
asociada a experiencias adversas tempranas
como el
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abuso, la negligencia y los estilos de apego
disfuncionales.Estemecanismo,aunque
adaptativo en contextos de amenaza, se
convierteen una fuentede malestar
psicológico cuando persiste en la adultez,
afectando identidad, las emociones y la
funcionalidad cotidiana. Diversos estudios
coinciden en que la población universitaria, en
particular, representa un grupo vulnerable
debido al proceso deindividuacióny
reestructuración identitaria que atraviesa,
sumado a la carga académica y social del
entorno educativo.
Además, el análisis de las creencias
relacionadas con la disociación, el papel del
apego y las barreras culturales para la
comprensión del trauma permite comprender
la disociación no solo como un fenómeno
clínico aislado, sino como parte de una red
compleja de interacciones psicosociales. Las
consecuencias académicas y funcionales que
esta conlleva refuerzan la necesidad de
abordajes integrales desde la psicología clínica
y educativa, que consideren el contexto, la
historia de vida y las necesidades específicas
de cada individuo. En este sentido, adquiere
relevancia al explorar la correlación entre
sintomatologíadisociativayexperiencias
adversasen lainfanciaen estudiantes
universitarios, ofreciendo una mirada que
articula los factores etiológicos con las
manifestaciones actuales y sus implicaciones
para la salud mental.
METODOLOGÍA
El presente estudio adoptó un enfoque
cuantitativo, con un diseño no experimental,
de tipo correlacional y con corte transversal.
Este enfoque permitió examinar la relación
entrelas experiencias adversas en la infancia
y las experienciasdisociativas
enestudiantes
universitarios, sin manipular variables y
observando los fenómenos tal como ocurren
en su contexto natural.
Lapoblacióndelestudioestuvo
conformada por estudiantes universitarios
matriculados en el período académico vigente.
Lamuestrafue no probabilísticapor
conveniencia y estuvo compuesta por 113
estudiantes, seleccionados en función de su
accesibilidad y disposición para participar en
la investigación. Como criterios deinclusión se
consideró que los participantes estuvieran
matriculados en una institución de educación
superior, tuvieran 18 años o más, dominaran el
idioma español en lectura y escritura y no
presentarandiagnósticodediscapacidad
cognitiva o trastornos neurológicosque
dificultaran lacomprensiónde los
cuestionarios.
Para la recolección de datos se utilizó el
Cuestionario de Experiencias Adversas en la
Infancia (ACE-Q), una medida de autoinforme
compuestapor10ítemsqueevalúa
retrospectivamente laexposicióna
experiencias potencialmente traumáticas
desde el nacimiento hasta los 18 años.
Este instrumento emplea un formato de
respuesta dicotómico (Sí/No), sumando las
respuestas afirmativas para obtener una
puntuación total de0a 10. Evalúa
dos dominios: abuso/negligencia
(ítems 1-5) y disfunción familiar (ítems 6-10).
Puntuaciones más altas indican una mayor
cantidad de experiencias adversas.
Asimismo,seaplicólaEscalade
Experiencias Disociativas (DES-II),
conformada por 28 ítems que miden la
frecuenciay gravedad de experiencias
disociativas. La calificación seobtiene
promediando las respuestas para generar una
puntuación global y tres subescalas: amnesia
(ítems 3, 4, 5, 8, 25, 26),
despersonalización/desrealización (ítems 7,
11,12, 13, 27, 28) y
absorción/involucramiento imaginativo (ítems
2, 14, 15, 17, 18, 20). Las puntuaciones oscilan
entre 0 y 100, siendo las más altas indicativas
de mayor frecuencia y gravedad de las
experiencias disociativas.
El análisis de los datos se realizará
utilizando el software estadístico IBM SPSS
Statistics, versión 27. En una primera etapa, se
aplicarán análisis descriptivos de las variables
incluidas en el estudio. Posteriormente, se
llevarán a cabo análisis inferenciales mediante
la prueba de correlación de Pearson, con el fin
de determinar la existencia y fuerza de
asociación entrelas experiencias adversas en la
infancia y las experiencias disociativas.
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RESULTADOS
En este capítulo se presentan los hallazgos
obtenidos tras la aplicación del Cuestionario de
Experiencias Adversas en la Infancia (ACE-Q) y
la Escala deExperiencias Disociativas (DES-II)a
lamuestrade113
estudiantes universitarios. Los
resultados incluyen un análisis descriptivo
de las características sociodemográficas de la
población, así como de las puntuaciones
obtenidas en cada una de las dimensiones
evaluadas. Posteriormente, se
exponenlosanálisisinferenciales
correspondientes a la prueba de correlación de
Pearson, con el propósito de determinar la
relación existente entre las experiencias
adversas en la infancia y la sintomatología
disociativa en los participantes. Este apartado
busca evidenciar las tendencias, asociaciones y
patrones más relevantes quepermitan
comprender la magnitud del fenómeno en el
contexto universitario, aportando insumos
significativos para la discusión teórica y la
formulación de propuestas de intervención.
Figura 1
Sexo
Fuente: Autores (2025)
La muestra estuvo conformada por un total
de 113 estudiantes universitarios, distribuidos
de manera relativamente equilibrada
entre géneros, del total de participantes, el
52,2 % correspondió al sexo femenino y el
47,8 % al sexo masculino, lo que evidencia una
ligera predominancia de mujeres en la
investigación.
Esta distribución permite contar con una
representación equitativa de ambos grupos, lo
cual favorece la comparación y análisis de
resultados sin que existan sesgos significativos
derivados de una desproporción marcada en la
variable sexo.
Figura 2
Edad
Fuente: Autores (2025)
Femenino
Masculino
Porcentaje
52,20%
47,80%
53,00%
52,00%
51,00%
50,00%
49,00%
48,00%
47,00%
46,00%
45,00%
2223
años años
2425
años años
Porcentaje
13,30%13,30%12,40%8,80%16,80%13,30%11,50%10,60%
18,00%
16,00%
14,00%
12,00%
10,00%
8,00%
6,00%
4,00%
2,00%
0,00%
18192021
años años años años
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En cuanto a la distribución etaria de la
muestra, se observa que los estudiantes
participantes se encuentran en un rango de 18
a 25 años, lo que corresponde a la etapa de
adultez joven, caracterizada por importantes
transicionesacadémicas,socialesy
emocionales.Losgrupos conmayor
representación fueron los de 22 años (16,8 %),
seguidos por los de 18, 19 y 23 años (13,3 %
cada uno). En porcentajes intermedios se
encuentran los estudiantes de 20 años (12,4 %)
y 24 años (11,5 %), mientras que el grupo
menos representado fue el de 21 años (8,8 %),
seguido por los de 25 años (10,6 %). Esta
distribución refleja la heterogeneidad
propiade la población universitaria y permite
analizar cómo las experiencias adversas en la
infancia ylasintomatología
disociativapueden expresarseen
distintosmomentosdel desarrollo
académico y personal.
Figura 3
Cuestionario de Experiencias Adversas en la Infancia (ACE-Q)
Fuente: Autores (2025)
Los resultados del ACE-Q evidencian que,
dentro de la categoría Disfunción Familiar, la
mayoría de los estudiantes se ubicó en un nivel
bajo (71,7%), mientras queun 13,3 %presentó
un nivel medio y un 15 % un nivel alto, lo que
indicaqueungrupominoritariode
participantes experimentódinámicas
familiares con mayor disfuncionalidad, en
cuanto a la categoría de Abuso/Negligencia,
aunque el nivel bajo también predominó con
un 57,5 %, se observó una proporción más
elevada de estudiantes en niveles medio (23,0
%) y alto (19,5 %) en comparación con la
disfunción familiar, lo cual refleja que las
experiencias de maltrato o descuido tuvieron
una presencia más significativa en la muestra.
Estos hallazgos permiten señalar que, si bien la
mayoría de los universitarios reporta pocas
experiencias adversas, existe un porcentaje
importante que vivió situaciones de abuso o
negligencia, lo que puede constituirse en un
factorderiesgoparaeldesarrollode
sintomatología disociativa enetapas
posteriores.
Disfunción Familiar
Abuso/Negligencia
Bajo
71,70%
57,50%
MedioAlto
13,30% 15,00%
23,00% 19,50%
0,00%
10,00%
20,00%
30,00%
40,00%
50,00%
60,00%
70,00%
80,00%
Disfunción Familiar
Abuso/Negligencia
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Figura 4
Escala de Experiencias Disociativas (DES-II)
Fuente: Autores (2025)
Los resultados obtenidos en la Escala de
Experiencias Disociativas muestran que la
mayoría de los estudiantes se concentra en
nivelesbajosdesintomatologíaenlas
diferentesdimensionesevaluadas, en
Absorción, más de la mitad de los participantes
se ubicó en nivel bajo (54,0 %), aunque un
porcentaje considerable alcanzó niveles
medios (38,9 %), mientras que los niveles altos
fueron poco frecuentes (4,4 %) y solo un 2,7 %
no reportó síntomas, en Amnesia, predominó
ampliamente el nivel bajo (69,0 %), con un 13,3
% en nivel medio, apenas un 0,9 % en nivel alto
y un 16,8 % sin síntomas. La dimensión
de
Despersonalización/Desrealizaciónpresentó
un patrón similar, con un 67,3 % en nivel bajo,
un 19,5 % en nivel medio, un 0,9 % en nivel alto
y un 12,4 % sin síntomas, en Distracción, el 67,3
% se ubicó en nivel bajo, un 23,0 % en nivel
medio, un 0,9 % en nivel alto y un 8,8 % sin
síntomas. En conjunto, estos resultados
evidencianquesibienlamayoríade
estudiantes manifiesta síntomas disociativos
leves, existe un grupo no menor que presenta
niveles medios de absorción,
despersonalización y distracción, lo cual
refleja cierta vulnerabilidad psicológica que
podría intensificarse en situaciones de estrés
académico o personal.
Tabla 1
Correlación de Pearson
alización
Abuso/NegligenciaDisfunción Familiar
Subescalas
Correlación deSig. Correlación deSig.
Pearson (bilateral) Pearson (bilateral)
Absorción ,588
**
,000 ,584
**
,000
Amnesia ,589
**
,000 ,636
**
,000
Re
Despersonalización/
,5x93
**
,000 ,602
**
,000
Distracción ,588
**
,000 ,567
**
,000
Nota: La correlación es significativa en el nivel 0,01 (bilateral).
Absorción
Amnesia
Despersonalización
/Realización
Distracción
Sin síntomas
Bajo
Medio
Alto
2,70%
54,00%
38,90%
4,40%
16,80%
69,00%
13,30%
0,90%
12,40%
67,30%
19,50%
0,90%
8,80%
67,30%
23,00%
0,90%
0,00%
10,00%
20,00%
30,00%
40,00%
50,00%
60,00%
70,00%
80,00%
Sin síntomasBajoMedioAlto
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Los resultados del análisis de correlación de
Pearsonmuestranasociacionespositivas,
fuertes y estadísticamente significativas (p <
0,01) entre las experiencias adversas en la
infancia y las distintas dimensiones de la
sintomatología disociativa. En la dimensión de
Abuso/Negligencia, se evidencian
correlacionesaltas conAmnesia(,589),
Despersonalización (,593) y Distracción
(,588), lo que indica que a mayor presencia de
estas experiencias tempranas, mayor es la
probabilidad de manifestar dichos síntomas
disociativos, de manera similar, la Disfunción
Familiar presenta correlaciones fuertes con
Amnesia (,636), Despersonalización (,602),
Distracción(,567)yAbuso/Negligencia
(,584),confirmando quelosentornos
familiares disfuncionales constituyen un factor
de riesgo significativo para el desarrollo de
manifestaciones disociativas en los
estudiantes universitarios. En conjunto, estos
hallazgos permiten afirmar que existe una
relación significativa entre las experiencias
adversas en la infancia y la sintomatología
disociativa en estudiantes universitarios.
Tabla 2
Correlaciones de Variables
Experiencias Adversas en la
Infancia
Experiencias
Disociativas
Correlación
de
Pearson
1
,645
**
Sig. (bilateral)
,000
**. La correlación es significativa en el nivel 0,01 (bilateral).
Lacorrelación de Pearson obtenida entre las
variables de Experiencias Adversas en la
Infancia y las Experiencias Disociativas fue de r
= 0,645, con un nivel de significancia de p <
0,01, lo que indica una relación positiva, fuerte
y estadísticamente significativa entre ambas
variables; en estesentido, amayor presencia de
experiencias adversas durante la infancia,
mayoreslatendenciaapresentar
manifestaciones disociativas en etapas
posteriores, evidenciando que dichas vivencias
tempranas constituyen un factor de riesgo
relevante en la aparición de este tipo de
sintomatología.
DISCUSIÓN
Nuestroshallazgosenestudiantes
universitarios (N = 113; 52,2 % mujeres; 18–
25 años) mostraron predominio de niveles
bajos tanto en experiencias adversas como en
disociación (DES-II), con un subgrupo en
niveles medios de absorción = 38,9 % (≈ 44
estudiantes),
despersonalización/desrealización = 19,5 % (≈
22), y distracción = 23,0 % (≈ 26). En la DES-II
también se observaron proporciones sin
síntomas: absorción 2,7 %, amnesia 16,8 %,
despersonalización/desrealización 12,4 % y
distracción 8,8 %; los niveles bajos alcanzaron
54,0 % en absorción, 69,0 % en amnesia y 67,3
% en despersonalización y distracción. En
ACE, disfunción familiar se concentró en nivel
bajo (71,7 %), mientras que abuso/negligencia
exhibió 23,0 % en nivel medio y 19,5 % en alto,
indicando heterogeneidad de riesgo dentro
de la muestra.
En 1.023 universitarios, Bartolomé et al.,
(2024), identificaron 4 clases de ACE: Bajo ACE
= 49,5 % (≈ 506 casos), Disfunción del hogar =
12,3 % (≈ 126), Abuso en hogar y pares = 31,0 %
(≈ 317) y ACE altos = 7,2 % (≈ 74). Pertenecer
a cualquier clase distinta de “Bajo ACE”
predijo menor bienestar (p. ej., β = −0,491 para
“Hogar y abuso entre pares” y β = −0,537 para
“ACE altos”), con F (3,1007) = 19,2; p < .001;
R²_adj = .054, que mejoró al añadircovariables
(R²_adj=.108).La
combinación de nuestros porcentajes
“medios” en abuso/negligencia (42,5 % en
suma de niveles medio/alto) y en DES-II (p.
ej., absorción 38,9 %) es congruente con
la distribución por clases y sus efectos sobre el
bienestar descritos en ese estudio.
Wagner et al., (2022), evaluaron N = 67
adultos con ACE y hallaron mediación
completa de la mentalización en la relación
ACE disociación: el efecto directo pasó de β =
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0,42 (p < .001) a β = 0,11 (p = .31) al introducir
mentalización, con incremento de R² de 17,5%
a 49,1 % (IC 95 % del efecto indirecto: 0,16–
0,47). Este gradiente cuantitativo respalda
focalizar en quienes, como en nuestra
muestra, se sitúan en niveles medios de
DES-II (por ejemplo,despersonalización19,5%
y distracción 23,0 %), dado que
la mejora explicativa delmodelo al
considerar mentalización es numéricamente
sustantiva.
Con N = 3.128 participantes (FDS-20),
Daniels et al., (2024), identificaron 6 clústeres
diferenciados por severidad; el clúster de
disociación extrema = 19,7 % (≈ 616 casos)
concentró ≈ 93,8 % de los diagnósticos de TID
del total de la muestra y se asoció con trauma
infantil más elevado, además, reportaron FDS-
20 ↔ CTQ: r = .41 (p < .001) y que abuso y
negligencia incrementan la probabilidad de
perteneceraclústeresmásseveros,la
concentración mayoritaria denuestros
estudiantes en niveles bajos (p. ej., amnesia
69,0 % y despersonalización 67,3 % en nivel
bajo) y un subgrupo en medio es compatible
con clústeres bajos e intermedios en severidad.
En N = 359 adultos, Cheung et al., (2024),
mostraron que la asociación ACE disociación
somatoforme fue significativa únicamente en
el estrato de bajo bienestar familiar (no
significativa en estratos altos), mientras que
González Rivera (2023), con N = 341,
confirmó para la DES-II una estructura
unidimensional con ωh ≈ .93, ECV ≈ .81, PUC ≈
.78, H .96, α .95, ω .96 y r_bis > .30;
además, observó ρ(ACE, DES-II) ≈ .30 (p < .001)
y medias DES-II de 54,8 en TID frente a
15,75 en sin diagnóstico. Estos valores
sustentan, en nuestra muestra, el uso del
puntaje total de la DES-II y la priorización de
quienes combinan ACE medio/alto (p. ej.,
abuso/negligencia42,5%enniveles
medio/alto) con DES-II en rango medio (p. ej.,
absorción 38,9 %; distracción 23,0 %).
En suma, aunque la muestra universitaria
presentó baja severidad promedio en ACE y
disociación, identificamos un subgrupo en
niveles medios que concentra el riesgo y cuya
existencia es coherente con patrones por
clases y clústeres reportados en la literatura.
La mediación de la mentalización y la
moderación delbienestarfamiliar
ofrecenrutas
explicativas y dianas de intervención, mientras
que la unidimensionalidad y alta fiabilidad de
la DES-II respaldan usar el puntaje total para
priorizarcasos.Entérminosaplicados,
recomendamos cribado estratificado (ACE +
DES-II), entrenamientos en mentalización y
apoyos psicosociales/familiares en el ámbito
universitario. Dado el diseño transversal y la
autoinformación, futuros estudios deberían
ser longitudinales y multimétodo,
incorporando medidas somatoformes
para capturar completamente el
espectro disociativo.
CONCLUSIÓN
El estudio confirma una asociación positiva,
alta y estadísticamente significativa entre las
experiencias adversas en la infancia (EAI) y la
sintomatologíadisociativaenpoblación
universitaria (r≈.57–.64; p<.01). Aunque la
mayoría de los 113 participantes (52,2 %
mujeres; 18–25 años) se ubicó en niveles bajos
de EAI y DES-II, emergió un subgrupo con
niveles medios de disociación absorción (38,9
%), despersonalización/desrealización (19,5
%) y distracción (23,0 %) que concentra mayor
vulnerabilidad. En ACE, la disfunción familiar
predominó en nivel bajo (71,7 %), pero
abuso/negligenciamostró una presencia
relevante en niveles medio/alto (42,5 %),
evidenciando heterogeneidad de riesgo dentro
de la muestra.
El patrón de asociaciones fue consistente:
tantoabuso/negligenciacomodisfunción
familiar se relacionaron de forma robusta con
amnesia, despersonalización/desrealización y
distracción, destacando la mayor magnitud
entre disfunción familiar y amnesia (r=.636) y
entre abuso/negligencia y despersonalización
(r=.593). Este perfil sugiere fallas en la
integración mnésica y del sentido del yo
cuando losestudiantes hanatravesado
contextos familiares adversoso
maltrato/descuidado, coherente con
modelos que vinculan trauma temprano,
desregulación emocional y fragmentación de la
identidad. En eltránsito universitario
exigente en lo académico, socialy
emocional estas vulnerabilidades
pueden reactivarse y afectar el desempeño y el
bienestar.
Desde una perspectiva aplicada, los
hallazgos respaldan la implementación de un
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cribado estratificado en universidades que
combine ACE y DES-II para identificar
tempranamenteaestudiantesenriesgo,
seguido de rutas de intervención escalonadas.
Se recomienda priorizar entrenamientos en
mentalización y regulación emocional, apoyos
psicosociales/familiares,protocolos de
derivación clínica, capacitación docente para la
detección y políticas institucionales de
reduccióndel estigma. Integrar estos
componentes en serviciosde bienestar
estudiantil puede mitigar impactos
académicos, mejorar la retención y favorecer
trayectorias de salud mental más adaptativas.
Se reconoce como limitaciones el diseño
transversal, el muestreo por conveniencia y el
usodeautoinformes,querestringenla
inferencia causal y la generalización. Futuras
investigacionesdeberían adoptardiseños
longitudinales y multimétodo (incluyendo
medidas somatoformes y entrevistas clínicas),
evaluar mediadores y moderadores relevantes
(p. ej., mentalización,
satisfacción/funcionamientofamiliar) y
replicar en muestras multiinstitucionales. Aun
con estas restricciones, el estudio aporta
evidencia empírica localmente pertinente para
fundamentar protocolos dedetección,
prevencióneintervención dirigidos a
universitarios conantecedentes de
experiencias adversas en la infancia.
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DECLARACIÓN DE CONFLICTO DE INTERESES Los autores
declaran no tener conflictos de intereses.
DERECHOS DE AUTOR
Guerrero Pazmiño, J. A., Barroso Romero, A. J., Quilligana Garcia, K. B., Delgado Sánchez, J. J., &
Pozo Hernández, E. L. (2025)
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