SAGA Rev. Cienc. Multidiscip. | e-ISSN 3073-1151 | Abril-Junio, 2025 | vol. 2 | núm. 2 | pág. 116-132
REVISTA CIENTÍFICA MULTIDISCIPLINAR SAGA
Artículo de Investigación
de los estudiantes de
la Universidad Estatal
Hábitos de lectura de textos literarios
Comunicación (modalidad presencial) de
Amazónica
Literary text reading habits of Communication students (in-person) at the Amazon State
University
1
Universidad Estatal Amazónica, Puyo, Ecuador
INFORMACIÓN DEL
ARTÍCULO
Historial del artículo
Recibido: 10/03/2025
Aceptado: 14/04/2025
Publicado: 18/04/2025
Palabras clave: hábitos
de lectura de textos
literarios, lectura por
placer, obstáculos para
generar un hábito
lector, carrera de
Comunicación de la
Universidad Estatal
Amazónica
ARTICLE INFO
Article history:
Received: 03/10/2025
Accepted: 04/14/2025
Published: 04/18/2025
Keywords:
Reading habits of literary
texts, reading for
pleasure, obstacles to
developing a reading
habit, Communications
program at the Amazon
State University
INFORMAÇÕES DO
ARTIGO
Histórico do artigo:
Recebido: 10/03/2025
Aceito: 14/04/2025
RESUMEN
Para aumentar los niveles de comprensión lectora de los estudiantes universitarios hay
que empezar por mirar los hábitos de lectura, y mirar los hábitos de lectura sin centrarse
en la lectura por placer deja por fuera todo germen del gusto por la lección. El presente
estudio explora los hábitos de lectura de textos literarios de los estudiantes de la carrera
de Comunicación, de modalidad presencial, de la Universidad Estatal Amazónica. A través
de una encuesta aplicada a 111 universitarios de una población de 180, se conocieron
hábitos lectores, se examinaron obstáculos para generarlos y se identificaron ideas sobre
los beneficios de los libros de literatura. Los resultados muestran que no existen hábitos de
lectura de textos literarios arraigados entre el grueso de los estudiantes de la carrera, el
principal obstáculo para su surgimiento es la falta de concentración y las ideas principales
sobre los beneficios de la lectura de ocio se centran más en la adquisición de léxico y
conocimiento que en el desarrollo de la imaginación y en la posibilidad de distraerse. La
investigación concluye que generar proyectos de promoción de la lectura de textos
literarios desde las aulas y la biblioteca universitaria urge como forma de comenzar a
construir lo que desde la casa y desde la niñez no se ha fomentado.
ABSTRACT
To improve university students’ reading comprehension levels, we must begin by
examining their reading habits, and examining reading habits without focusing on reading
for pleasure leaves out any trace of a love for the lesson. This study explores the literary
reading habits of students in the on-campus Communication program at the Amazon State
University.Througha surveyof111 universitystudentsout ofa populationof180,reading
habits were identified, obstacles to developing them were examined, and ideas about the
benefits of literature books were identified. The results show that there are no deep-
rooted literary reading habits among the majority of students in the program; the main
obstacle to their emergence is a lack of concentration, and the main ideas about the
benefits of leisure reading focus more on the acquisition of vocabulary and knowledge
than on the development of imagination and the possibility of distraction. The research
concludes that creating projects to promote the reading of literary texts in classrooms and
university libraries is urgently needed as a way to begin to build on what has not been
encouraged at home and since childhood.
RESUMO
Para melhorar os níveis de compreensão leitora dos estudantes universitários, é preciso
começar analisando seus hábitos de leitura, e examinar esses hábitos sem focar na leitura
por prazer significa deixar de lado qualquer vestígio de amor pela leitura. Este estudo
Yetel Ricaño Noguera
1
Mónica Elena Cárdenas Vela
1
,
SAGA Rev. Cienc. Multidiscip. | e-ISSN 3073-1151 | Abril-Junio, 2025 | vol. 2 | núm. 2 | pág. 116-132
Ricaño Noguera, Y., & Cárdenas Vela, M. E.
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Publicado:
18/04/2025
Palavras-chave:
hábitos de leitura de
textos literários, leitura
por prazer, obstáculos ao
desenvolvimento do
hábito de leitura, curso
de Comunicação da
Universidade do Estado
do Amazonas.
explora os hábitos de leitura literária dos estudantes do curso presencial de Comunicação
da Universidade do Estado do Amazonas. Por meio de uma pesquisa com 111
universitários de um total de 180 estudantes, identificaram-se hábitos de leitura,
examinaram-se os obstáculos para desenvolvê-los e foram reconhecidas as ideias sobre os
benefícios dos livros literários. Os resultados mostram que não existem hábitos de leitura
literária enraizados na maioria dos estudantes do curso; o principal obstáculo ao seu
desenvolvimento é a falta de concentração, e as principais ideias sobre os benefícios da
leitura por lazer concentram-se mais na aquisição de vocabulário e conhecimento do que
no desenvolvimento da imaginação e na possibilidade de distração. A pesquisa conclui que
é urgente criar projetos para a promoção da leitura de textos literários em salas de aula e
bibliotecas universitárias, como forma de começar a construir o que não foi incentivado
em casa e desde a infância.
Cómo citar
Ricaño Noguera, Y., & Cárdenas Vela, M. E. (2025). Hábitos de lectura de textos literarios de los estudiantes de
Comunicación (modalidad presencial) de la Universidad Estatal Amazónica. SAGA: Revista Científica
Multidisciplinar, 2(2), 116-132
INTRODUCCIÓN
De un graduado en Comunicación se espera,
por lo general, un uso —con criterio— de la
palabra escrita y hablada, un pensamiento
complejo alimentado por las lecturas que a lo
largo de su formación tuvo y una comprensión
lectoraque tribute en favor de aquello que
Mario Kaplún (1985) resaltó como condición
primera del buen comunicador: el cultivo del
acto de la escucha.
No habrá empatía posible con el «otro», ese
que es la razón de ser de la profesión, si no hay
una disposición de oír tanto con los oídos como
con los ojos, porque en el centro de todo ese
ideal está la lectura; pero no cualquier lectura,
sino la lectura de libros; pero no la de cualquier
libro, sino la de libros que te hacen amar los
libros, sin importar extensiones, grosores o
densidades.
La filóloga y escritora española Irene Vallejo
(2020) concentra, en las siguientes líneas, una
defensa de la actividad lectora por goce que, si
bien habla de los beneficios en la infancia, urge
hoy que sea reclamada desde las universidades:
Ninguna actividad practicada fuera de la
escuela demostró una influencia tan
poderosa sobre el futuro como leer por
puro placer. Por eso, el número de libros
queposeelafamiliamantiene
correlación positiva con el rendimiento
escolar de un niño. Y los colegios y las
bibliotecas se convierten en espacios de
oportunidad donde superar desventajas,
saltarsobrelosobstáculosy
construirnos. (pp. 19-20)
Por costumbrey por las urgencias del tiempo,
desde la docencia universitaria se suele dejar la
lectura de obras literarias fuera de la institución.
Esa lectura queda librada al tiempo que le sobre
al estudiante luego de hacer sus deberes y de
interactuar con pantallas cargadas de imágenes,
audiovisuales y chats. Se infiere, erróneamente,
que el trabajo de enamorar de la lectura le tocó
hace mucho a la familia en casa y a los tutores
previos.
No es obra del azar entonces que, en el
Ecuador, según datos de La encuesta de hábitos
lectores, prácticas y consumos culturales, un
ciudadano lea, en promedio, 1 solo libro
completoy2incompletosen365días
(Ministerio de Cultura y Patrimonio, 2022).
La cifra es bajísima en comparación con
países como España donde, en el año 2022, la
media de libros anuo leídos por habitante
rondaba los 9,9, mientras en Canadá y Francia el
número llegaba a 17 (Lectupedia, 2022).
De mantener vigencia en 2025 estos datos,
en esos dos últimos países mencionados un
ciudadano lee a razón de 1,42 libros por mes, lo
Esta obra está bajo una licencia internacional
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cual equivale a casi medio libro más de lo que
lee, de manera completa, un ecuatoriano en el
año.
Los universitarios de Ecuador no escapan de
esta indiferencia por la lectura. Podrá decirse
que ellos sí leen, porque desde las aulas se les
exige, mas habría que ver cuánto en verdad les
aporta la lectura impuesta, escaneada, apurada,
hecha para ganar la nota y olvidada, casi en su
totalidad, segundos después de entregar el
examen.
Puede ser muy poco el aporte que dé el
hecho de que el 76,7 % de la población del país
diga que lee diariamente en formato impreso o
digital y que, de eseporcentaje, el 99,1
%seaestudiante (Ministerio de Cultura y
Patrimonio, 2022) si no se tiene la constancia de
una inmersión profunda que permita el disfrute
y el análisis de un texto.
Ello plantea retos a los docentes que —
conscientes de la necesidad de la lectura para la
formación integral de cada nueva generación
que pasa por las aulas— precisan no solo
rescatar el interés por el texto académico, sino
también la certeza de que el estudiante es capaz
de comprender e interiorizar los conceptos y
relaciones abstractas sobre las cuales lee. Y esa
capacidad pasa por la tenencia de un hábito
lector, la mayoría de las veces construido desde
el consumo de literatura.
La presente investigación se centra en
explorar los hábitos de lectura de textos
literarios de los estudiantes de Comunicación,
en modalidad presencial, de la Universidad
Estatal Amazónica (UEA), ubicada en la
provincia de Pastaza, la más grande en extensión
del Ecuador y también la menos densamente
poblada.
Es el primer paso para la generación de un
proyecto que fomente hábitos de lectura entre
los estudiantes de la institución, para desde ahí
aumentar los niveles de comprensión lectora y
el pensamiento crítico.
Aunque se ha elegido, de manera inicial,
hacer el estudio en la carrera de Comunicación,
se espera en un futuro extender la exploración a
las demás carreras y modalidades de estudio.
Por ello, como objetivos específicos en esta
etapa inicial, se plantean los siguientes:
·
Conocer los hábitos de lectura de
textosliterariosporpartede
estudiantes de Comunicación de la
UEA,demodalidadpresencial,
desde su autopercepción.
·
Examinar los obstáculos que los
estudiantes de Comunicación de la
UEA,demodalidadpresencial,
perciben que enfrentan para generar
o sostener un hábito lector.
·
Identificar ideas que predominan
entrelosestudiantesde
Comunicación, demodalidad
presencial, sobre los beneficios de la
lectura de textos literarios.
Breve marco teórico
Un hábito de lectura es aquella práctica que
se tiene de leer, con regularidad, hasta el punto
de que se convierta en una costumbre marcada
por frecuencias, lugares, modos e intensidades
(Tejada, 2008, citado por Hilt, 2019).
Pérez Payrol et al., (2018) destacan que un
aspecto central del aprendizaje es siempre el
hábito, puesto que comprende la repetición
regular de un acto, de modo que, si lo
adaptamos a la lectura, es la repetición con
determinada frecuencia del acto de leer.
Como rutina, destaca Eliseo Efraín Toro
Toloza(2017),«elhábitolectorestá
estrechamente relacionado con los procesos
cognitivos y también en [sic] procesos de mayor
capacidad como el pensar, escribir, hablar,
sentir, deducir y comprender larealidad
compleja que vive hoy el hombre» (p. 62).
Sin embargo, no hay que pensarlo desde la
obligatoriedad,puestoquepasaríaaser
imposición. Ha de entendérsele como el uso
periódico de la capacidad de decodificar los
mensajes escritos con el fin de comprenderlos y
obtener información, mas ese uso debe darse
sin que exista una exigencia externa (Álvarez
y Gómez, 2000, citado por Fajardo y Valverde,
2019).
Estamos ante un proceso que se centra no
solo en decodificar, sino en comprender
también el significado de los objetos que se
nombran, de
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modo que si las neuronas no están entrenadas
en ello no podrán dar significado y no se podrá
pasar con facilidad de un pensamiento simple a
uno complejo (Toro Toloza, 2017).
He ahí unos de los principales beneficios del
hábito de la lectura. Garantiza el florecimiento
de características esenciales para un pensador
crítico: imaginación, conocimiento y creatividad
(Flores, 2016).
Esetipodeser,curiosodesdela
intelectualidad, que cuestionaybusca
argumentos verdaderos (Flores, 2016)
encuentra acicate —para su constante
búsqueda— en la lectura y ello lo describe, de
manera magistral, el premio nobel de literatura
Mario Vargas Llosa (2010):
Seríamos peores de lo que somos sin los
buenoslibrosqueleímos,más
conformistas, menos inquietos e
insumisos y el espíritu crítico, motor del
progreso, ni siquiera existiría. Igual que
escribir, leer es protestar contra las
insuficiencias de la vida. Quien busca en
la ficción lo que no tiene, dice, sin
necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo,
que la vida tal como es no nos basta para
colmar nuestra seddeabsoluto,
fundamento de la condición humana, y
que debería ser mejor (p. 2).
No embargante, tamaña tarea, que pareciera
fácil —la generación de un hábito lector—, es
uno de los desafíos más grandes que enfrenta la
sociedad ecuatoriana. La Política Nacional de
Fomento a la Lectura, la Oralidad y el Acceso al
Libro señala que, entre las razones principales
que resaltan, en el país, para no leer se
encuentra la falta de interés, manifestada por el
57 % de la población (Ministerio de Cultura y
Patrimonio, 2024).
Ese desinterés, entre otras causas, lo
provoca, por lo general, el escaso incentivo de la
lectura en el hogar desde la más temprana
infancia. El escritor Alejo Carpentier (2004), un
entusiasta de la lección voraz de libros
aseguraba que el gustoporla
lecturadebíaempezar
irremisiblementedesdela infancia, desdemucho
antes de que el niño supiese ojear un libro. Y
debía empezar gracias al hecho de que sus
padres sacrificasen un trozo de su tiempo libre
paraleerle, con regularidad, en voz alta, cuentos,
aventuras… libros que espoleasen su curiosidad.
Esa, decía el autor, era y es la base para construir
el deseo de leer.
El pensamiento, desde la academia, lo ha
respaldado. De acuerdo con Støle (2020):
… parece que aquellas familias que
mantienen sus estanterías de libros y
brindan a sus hijos material de lectura
impreso allanan el camino para la lectura
de los niños mejor que las familias que
prefieren los dispositivos digitales por
encima de los libros. (p. 60)
Con el estudiante universitario se ha perdido
un tiempo vital para enamorar en los textos de
literatura, mas no por ello debe desistirse de
lograr que la lectura por puro gusto termine por
preparar o mejorar los caminos de la lectura
obligada propuesta desde las materias de
estudio.
La lección de libros de literatura universal
permite un acercamiento a otros mundos, a
otras realidades, a situaciones no
experimentadas o experimentadas incluso.
Toda esa aproximación al «otro» y a «lo
otro», desde las páginas de un libro, posibilita
tender puentes hacia la comprensión de culturas
y lenguas ajenas y hacia el uso de la palabra para
ponerenmovimientonarrativaspropias.
(Ministerio de Cultura y Patrimonio, 2024).
Pero ¿a qué llamar textos literarios? Ese
cuerpo de escritos lo integran un «conjunto de
historias,poemas,tradiciones,dramas,
reflexiones, tragedias, pensamientos, relatos,
comedias o farsas» (Cerrillo y Senís, 2005) en el
que la estética del lenguaje se pone al servicio de
la expresión y busca provocar y evocar, en quien
lo lee, una vivencia.
La virtud de este tipo de textos radica en que,
cuando el lector hace una inmersión en ellos,
obtiene experiencias que se sienten como reales
y, si algo hace la memoria, es dejar almacenado
el sentir emocional en ese recuerdo (Schilhab et
al., 2020). Desde ahí es desde donde se
empieza a pensar también el mundo, desde
donde se obtienen recursos para comprenderlo
y desde donde incluso, siguiendo la visión de
WalterLippmann(Lippmann,2003),las
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personas se apropian de nuevos estereotipos
para fabricar la opinión pública.
Para Schilhab et al. (2020), la lectura
profunda de un texto, que se relaciona con la
capacidad que una persona tiene de
concentrarse y de mantener la atención en una
misma tarea durante un periodo de tiempo
largo, tiene una especial vinculación con la
lectura de novelas, género literario extenso por
naturaleza.
Allí donde uno se entrena en el seguimiento
del hilo argumental y descriptivo de una novela,
por ejemplo, termina por entrenarse también en
la capacidad de seguir, de manera continua, los
conceptos y relaciones abstractas que la
mayoría de las veces propone un libro
académico, y todo ello se logra sin la necesidad
de un apoyo visual.
Por otra parte, un estudio de Pfost et al.
(2013, citado por Støle, 2020) confirma que es la
lectura tradicional de libros impresos la que
contribuye al buen desarrollo de la comprensión
lectora y del léxico del estudiante y que las
actividades en línea, como leer un correo
electrónico o chats, deterioran el rendimiento
en la interpretación y apropiación,
precisamente por ser textos cortos en los que la
similitud con lo oral es mayor que con las
características deseables de un texto escrito.
En internet, donde la rapidez prima, los
usuarios suelen preferir textos cortos y estos
suelen tener, por lo general, un vocabulario más
limitado y una complejidad menor, de modo
que, cuando reducimos nuestra exposición a
textos extensos, tendemos a disminuir, a la vez,
nuestra exposición ante la complejidad y ello
afecta actividades como la argumentación —tan
reclamadadesdelas universidades—, el correcto
uso de la sintaxis y la gramática, y el empleo de
un vocabulario amplio y profundo (Kovač y van
der Weel, 2020).
En los últimos años, son pocos los jóvenes
que leen en profundidad, desde sus dispositivos,
en su tiempo libre. Chatear, jugar, hacer las
tareas escolares son actividades que apetecen o
urgen más que adentrarse en un texto largo
visto a través de una pantalla en la que saltan
con frecuencia distracciones (Støle, 2020).
Leer es una actividad exigente y demanda
más recursos que ver imágenes estáticas o
videos, de modo que el entretenimiento (que
incluye los juegos en línea) se convierte en una
alternativa que destaca frente a los textos, en
especial los extensos, aunque puedan ser de
ficción (Kovač y van der Weel, 2020).
Cuando se navega por internet, la lectura es
rápida y superficial, de modo que ese patrón
puedeextenderseaaquellaqueprecisa
concentración e inmersión profunda en el
contenido escrito, la llamada lectura profunda,
que es la que posibilita la comprensión de lo
leído y la reflexión, de corte crítico, sobre él
(Støle, 2020).
Por lo general, esa lectura se hace en
silencio, y ese silencio es necesario para la
concentración que se precisa. Hablamos de
momentos en que la persona está quieta y
enfocada; sin embargo, en nuestras
sociedades son los estímulos del audiovisual
—acompañados de sonidos que explican las
imágenes— los que priman, de modo que
ese tipo de quietud puede ser considerado
sinónimodeaburrimiento
(Ministerio de Educación, 2019).
Hoy, esa inmersión quesequerríapara el acto
de leer, que le es propia por naturaleza, está en
las pantallas. Ello pone —en especial a las
universidades— ante desafíos relacionados con
el cómo vencer la dependencia que se tiene de
la tecnologíay cómo erradicar la superficialidad
en la forma de adquirir conocimientos, de modo
que prevalezcan la reflexión y la crítica, puesto
que las nuevas generaciones están
fascinadas con la inmediatez y lo visual
(Iñaguazo Jordan et al., 2025).
Mas lo visual, si bien estimula para provocar
reacciones de consumo continuo, no espolea
algo que a las letras se les da mejor: el estímulo
a la imaginación, ese tener que poner rostro,
escenarios, voces, ese llenar los espacios que, en
los audiovisuales, otros se encargan de darnos
llenos.
Hemos de decir que, si bien desde algunas
investigaciones se aplaude con entusiasmo el
uso de plataformas digitales para una lectura
interactiva —puesto que le ofrece al estudiante
la oportunidad de desarrollar actividades con
mayor dinamismo y accesibilidad—, si bien se
citan estudios en los que se asegura que las
herramientasdigitalesmejoraronla
comprensión lectora porque permitieron a los
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alumnos interactuar con videos, glosarios y
diccionarios (Guaycha Cruz et al., 2024), no se
debe perder de vista que no deja de estar
fragmentada la atención cada vez que el
estudiante precisa recurrir a uno de estos
recursos para ayudarse a entender lo que, de
igual manera, muchas veces el propio contexto
de la lectura o la adquisición del hábito lector
permitiría.
Algunas investigaciones previas
Ciertos estudios realizados en Ecuador
ofrecen un panorama general del estado de la
cuestión en cuanto al hábito de la lectura en
estudiantes universitarios. Aunquela mayoría de
ellos no se enfocan en el consumo de textos de
literatura o apenas tocan este aspecto de
manera tangencial, resulta de interés compartir
algunos datos relevantes.
Una investigación realizada entre 7 094
estudiantes universitarios provenientes de las
tres regiones continentales del Ecuador, con un
error máximo estimado del 3 % y un nivel de
confianza del 95 %, asegura que el 10 % de los
encuestados nunca lee y un porcentaje superior
al 60 % lee más de 2 horas por semana.
Asimismo, el índice de lectura en soportes
digitales alcanza el 80 % (Suárez Monzón et al.,
2023).
Esto nos pone ante el hecho de que la lectura
realizada es de apenas 17 minutos por día, si es
que se hace a diario, y de que la efectúan,
principalmente, desde dispositivos electrónicos,
con todo el bombardeo que la atención tiene
posibilidades de recibir durante el proceso
lector.
Otra dato interesante que reveló el estudio es
que en la Amazonía, donde los números son más
desfavorecedores que en el resto del país, poco
más del 75 % de los estudiantes manifiestan no
leer nada o leer apenas hasta 4 horas semanales,
factor que el estudio asocia potencialmente con
la ruralidad (Suárez Monzón et al., 2023).
Hablamos de que unas tres cuartas partes de la
población universitaria regional no leería —de
manera obligada o no— ni una hora por jornada.
Recientemente, una encuesta aplicada en la
Universidad Central del Ecuador a 1 852
personas,entreestudiantes,directivosy
docentes, mostró que el 40 % de los
encuestados
no tenía hábitos de lectura, lo cual incidía de
manera importante en la pobreza del léxico y en
la fluidez en la expresión de las ideas (Jara
Almeida, 2024).
Yauna investigación enfocada en conocer los
hábitos de lectura de estudiantes de Ciencias de
la Educación, con mención en Educación
Básica, en el país, había mostrado las siguientes
deficiencias entre miembros de la muestra:
inexistente lectura, por lo general, de la
bibliografía complementaria de las materias y
bajo hábito de lectura de la bibliografía básica.
Además, ninguno de los estudiantes
encuestados había leído obras de la literatura
universal (Pérez Payrol et al., 2018).
Detalle similar volvía a ser documentado en
2019, cuando tras encuestar a 1 300 estudiantes
universitarios ecuatorianos un estudio
resaltaba, entre sus resultados, que la literatura
de ficción ocupaba apenas el 9 % en las
preferencias entre las mujeres y el 14 % entre
los hombres. El grueso de los porcentajes lo
dominaban las lecturas propias de las disciplinas
de estudio, de modo que primaba una
lectura utilitaria. (Campoverde Castillo et al.,
2021).
Por lo general, los estudios encontrados en el
país sobre hábitos lectores en universitarios,
durante los últimos años, se han enfocado en
estudiantes de Educación. Un cuestionario
aplicado a 327 jóvenes matriculados en esta
carrera(dediferentesmenciones),enla
Universidad Técnica de Manabí, mostró que
apenas un 33,7 % de los entrevistados decía leer
en su tiempo libre (Henríquez Coronel et al.,
2020).
Almenosunadelasinvestigaciones
revisadasincluyóexplícitamentea125
estudiantes de las carreras de Comunicación,
Pedagogía de losIdiomas Extranjerosy
Pedagogía de la Educación Física y del Deporte,
de la Universidad de Cuenca. Aunque los
autores aclararon que la muestra no permitía
generalizar los resultados, sí arrojaba el estudio
datos interesantes que esta vez involucraba a
comunicadores en formación.
Los resultados fueron los siguientes: los
estudiantes encuestados, antes que por placer,
leen por obligación; no hay hábitos de lectura;
apenas un 2,4 % manifestó leer en el hogar; los
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tipos de literatura que apreciaban eran las
novelas de amor o la ciencia ficción; y un 5,6 %
aseguróleersiempreporplaceren
contraposición con el 56,8 % que dijo no hacerlo
nunca. Los principales obstáculos encontrados
para esta escasa cercanía con la lectura fueron la
falta de concentración, la preferencia por otras
actividades y el no encontrar los encuestados
lecturas con las que conectaran (Álvarez Crespo
y Álvarez Clavijo, 2024).
El panorama que se observa es totalmente
desfavorecedor no solo para los niveles de
comprensiónlectoradelosestudiantes
universitarios, sino también para el desarrollo
óptimo de su pensamiento crítico y de su
capacidad para establecer relaciones allí donde
una imagen visual no sea dada por otro.
Antesdecerraresteapartadode
aproximación a estudios previos en Ecuador
sobre el tema, resulta significativo destacar uno
de los datos más interesantes que mostró la
Encuesta de Hábitos Lectores, Prácticas y
Consumos Culturales, realizada en el país en
2021, y que ofrece un panorama de la dimensión
del problema.
En Ecuador, el lugar que menos visita un
habitante durante su tiempo libre, para
recrearse, es la biblioteca. Apenas el 4,2 %
de los encuestados lo hace con ese fin
(Ministerio de Cultura y Patrimonio, 2022), a lo
cual hemos de sumar que, según el estudio de
hábitos lectores de estudiantes universitarios
realizado en las tres regiones del Ecuador
continental, mencionado al inicio de este
epígrafe, más del 70 % de los estudiantes
manifiestan acudir ala bibliotecapor dos
motivos: estudio y consulta de libros
académicos. (Suárez Monzón et al., 2023).
Ello deja subutilizado uno de los recursos
más valiosos de los que pueda disponer una
universidad para potenciar el rendimiento en las
aulasyelcrecimientopersonaldelos
profesionales en formación.
METODOLOGÍA
Estainvestigaciónutilizaunenfoque
cuantitativo con alcance exploratorio para
contestar la siguiente pregunta: ¿cuáles son los
hábitos de lectura de textos literarios de los
estudiantes de Comunicación, de modalidad
presencial,dela Universidad Estatal
Amazónica?
Aunque se registran estudios en el país sobre
hábitos de lectura, por lo general, se realizan en
las principales ciudades o en instituciones muy
específicas, y se incluye ahí la lectura de
cualquier tipo de texto, lo cual no resulta del
todo útil parael diseño de estrategias de
fomento de la lectura por placer específicas
paras las necesidades de los estudiantes de la
Universidad Estatal Amazónica.
Tampoco se encontraron estudios realizados
sobre este tema en la institución, de modo que
estamos ante un área de estudio relativamente
virgen y, aunque existen intuiciones sobre las
tendencias que pueden ser halladas, se ha
preferido no partir de hipótesis alguna con el
objetodeobtener,demanerainicial,
informaciones que, como aseguran Hernández
Sampieri y Mendoza Torres (2018), permitirán
identificar conceptos, variables o hipótesis de
estudio promisorias para futuras indagaciones
más complejas y determinar cuáles han de ser
los aspectos prioritarios dentro del proyecto
final.
Se partió de una población de 180
estudiantes matriculados en la modalidad
presencial de la carrera, según datos
proporcionados por la Coordinaciónde
Comunicacióndela
Universidad EstatalAmazónica. Dicha
población está compuesta por jóvenes que
cursan entre el segundo y noveno semestre. El
primer nivel no fue incluido porque, en el
momento de realización de este estudio, solo
existe bajo la modalidad en línea. La carrera
presencial cerró ya sus puertas y solo se
mantiene con los jóvenes que aún continúan sus
estudios.
Mas¿porquésoloenfocarse enlos
estudiantes de la modalidad presencial? Porque
ellos tienen la posibilidad tangible de acudir a la
biblioteca de la institución, un lugar estratégico
y central para cualquier proyecto que pretenda
fomentar hábitos lectores de textos extensos e
impresos. Las estrategias que logren diseñarse
en conjunto con ella se podrán replicar y adaptar
luego a otras modalidades de estudio.
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Se calculó un tamaño de muestra de 109
estudiantes, con un nivel de confianza del 95 % y
un margen de error del 6 %, y se le aplicó una
encuesta en línea conformada por 30 preguntas
de opción múltiple y respuestas cortas. Al final,
se recopilaron 111 respuestas con el
instrumento y se efectuó un análisis descriptivo
de los datos encontrados.
Aunque la muestra es probabilística, esta
investigaciónnopretendegeneralizarlos
resultados encontrados a otros contextos o
carreras, puesto que se enfoca en generar datos
muyespecíficos paraentendercómo se
manifiestael fenómeno enun entorno
amazónico en particular y con unos
profesionales en formación muy concretos.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Al aplicar la encuesta como instrumento de
recolección de datos, se pudo determinar que el
55 % de los 111 encuestados tiene entre 20 y 24
años de edad y que el 25 % está entre los 25 y los
30 años, de modo que hablamos de un grueso de
estudiantes que vive su década de los 20 y nació
a fines del siglo pasado o inicios de este. Ello nos
pone ante generaciones que crecieron con un
cambio de paradigma en cuanto al consumo
de conocimiento y, en especial, de lectura de
libros.
Hablamos de nativos digitales que gustan de
procesos paralelos, optan por gráficos antes que
por textos y crecen acostumbrados a obtener
una gratificación instantánea, de modo que,
con frecuencia, esperan recompensas y se
deciden por juegos antes que por un trabajo que
implique seriedad (Prensky, 2001, citado por
Støle, 2020).
Como se trata de una carrera presencial, los
datos confirmaron que el 81 % es oriundo de la
región amazónica. Por su parte, un 39 % dice
trabajar y estudiar, un 29 % asegura que estudia
y a veces trabaja, y solo un 16 % manifiesta
dedicarse únicamente al estudio.
Estoempiezaadarpistassobrela
disponibilidad de tiempo, puesto que, después
de terminar la jornada de trabajo, los
estudiantes tienen que incorporarse a clases
en horario nocturno, de 5:00 p. m. a 9:00 p. m. Si
a ello sumamos que luego deben realizar
tareas de corte académico y que algunos tienen,
además, deberes domésticos, el tiempo
disponible para el esparcimiento es mínimo en
un día laborable y soloqueda
medianamente libre, parala
posibilidad de lectura de un texto literario, el fin
de semana.
Ante la pregunta de cuáles eran las tres
actividades que realizaban con mayorfrecuencia
en su tiempo libre durante la semana, pregunta
para la cual se ofrecieron 11 opciones, el 22 %
(62 encuestados) respondió que Comparte, de
forma presencial, con su familia, pareja y
amigos, un 15% (42 encuestados) manifestó
Usar sus redes sociales para comunicarse con
otros y un 14 % (39 encuestados) dijo Usar
redes sociales para consumir contenidos.
Estas fueron las tres opciones con mayores
porcentajes y exhiben un alto interés por el
sostenimientoderelacionesfamiliaresy
sociales; sin embargo, se puede observar que el
uso de las pantallas, en las actividades de ocio,
supera con creces el compartir presencial.
Laopción de Leer libros quedó en un séptimo
lugar, con apenas un 7 % (19 encuestados) que
aseguró preferirla, aunque sí estuvo muy por
encima del 3 % que optó por Bailar y Jugar
videojuegos, respectivamente.
El dato podría resultar sorprendente cuando
se piensa que en los últimos años la industria de
los videojuegos parece haber ganado cada vez
más adeptos, pero esta baja tasa que opta por
ellos entre los estudiantes de Comunicación de
la UEA, más que a una cuestión de desinterés
profundo podría deberse a que se necesitan
equipos robustos, con procesadores potentes y
caros para jugar y el 52 % de los estudiantes
encuestados manifestó no tener ingresos
y depender de su familia, el 26 % dijo
mantenerse con menos de 470 USD al mes y
apenas el 12 % llega al Salario Básico Unificado
en Ecuador (470 USD en 2025).
Ante la perspectiva de nulos o bajos ingresos
del 90 % de los estudiantes, es comprensible que
las actividades de ocio más usadas no incluyan
aquellas que necesitan de una fuerte inversión
para poder ser vivenciadas con regularidad.
Incluso, en este apartado podrían entrar los
libros impresos, puesto que el costo de los más
famosos por temporada, por ejemplo, en las
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librerías o supermercados, suele rondar los 20
USD.
Un dato interesante que arrojó esta pregunta
sobre las actividades más frecuentes es que Ver
series, películas y animes… quedó en un quinto
lugar, junto con Hacer deportes, ambos con un 9
% de encuestados que las incluyen entre sus
actividades principales.
Habría que hacer otras indagaciones sobre el
tema, pero ello podríaser síntoma de la
creciente fragmentación de la atención que hace
que, cada vez más, se opte por consumir
videos cortos antes que aquellos que
impliquen más de 20 minutos de concentración
en una historia.
Ante la pregunta de ¿Le aburre la lectura?, un
54 % manifestó que A veces y un 7 % declaró que
Siempre. Apenas un 6 % optó por la opción Me
encanta.
Figura 1. Pregunta sobre percepción de la lectura
Fuente: Ricaño y Cárdenas (2025)
Cuando se indagó sobre si habían leído algún
libro de literatura en los últimos 12 meses, el 40
% dijo que no. Un 71 % dijo que no había
comprado libro de literatura alguno en igual
periodo y un 59 % aseguró que no había
descargado de internet tampoco libro de
literatura alguno.
El primero de los resultados mencionados
resulta alentador, porque hablamos de un 60 %
de estudiantes que sí ha leído siquiera un libro
de literatura en el periodo de un año. Sin
embargo, para futuras investigaciones, habría
que enfocarse en hacer estudios cualitativos que
permitieran determinar, con más certeza, que el
estudiante esté respondiendo en verdad a la
pregunta sobre lectura de libros literarios —con
la definición propuesta desde la investigación—
, puesto que, al menos, unos 24 de los 111
encuestados, como parte de los textos literarios
consumidos, nombró libros de autoayuda o de
corte académico orientados en clase, aun
cuando el estudio solo se enfoca en los
principales tipos, como novelas, cuentos,
poemas, obras de teatro, crónicas literarias…
Figura 2. Pregunta sobre número de libros leídos en el año
Fuente: Ricaño y Cárdenas (2025)
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Al interrogar sobre el promedio de libros de
literatura que leían al año, el 36 % de los
encuestados dijo que apenas un libro y el 27 %
que ninguno. Tan solo un 7 % afirma leer 4
libros o más, lo cual se condice bastante con el 6
% que dice amar la lectura. Los resultados de
esta pregunta están alineados con la
aseveración
de la Encuesta de Hábitos Lectores, Prácticas y
Consumos Culturales (Ministerio de Cultura y
Patrimonio, 2022) de que en Ecuador se lee un
libro al año por habitante. La lectura asidua de
unos pocos termina por llenar los vacíos de
porcentajes más elevados.
Figura 3. Pregunta sobre tiempo dedicado a la lectura
Fuente: Ricaño y Cárdenas (2025)
Losresultadosfueronmásalentadores
cuando se preguntó lo siguiente: Cuando lee
libros de literatura, ¿cuánto tiempo promedio le
dedica a la lectura?Aquí un 42 %manifestó que
más o menos una hora por día, un 15 % dijo
dedicar un par de horas diarias, un 2% aseguró
leer durante 3 o más horas al día, mientras que
un 41 % dijo dedicar solo una media hora. Sin
embargo, esta es una cifra que habrá que
confirmar en futuras investigaciones, puesto
que la propia fragilidad de un instrumento como
la encuesta en línea, donde las personas
escanean las preguntas, podría llevar a que se
crea que la interrogantetrata solamente
sobrecuánto tiempo se lee
cualquier texto.
Un cuestionario aplicado en persona, en el
que se cerciore el entrevistador de que el
encuestado está respondiendo bien a la
pregunta, podrá garantizar mejor la fiabilidad
de los números.
También una pregunta como esta enfrenta
otro reto y es el hecho de la sobreestimación (o
subestimación) que pueden realizar los propios
estudiantes sobre su tiempo de lectura. No
obstante, tomando en consideración que un 68
%deellos estudian y trabajan atiempo completo
o de manera esporádica es consistente que un
porcentaje tan alto solo pueda dedicar una
media
hora al día para la lectura cuando se trata de
textos literarios.
Una variable que habría que incorporar en
este apartado es el de la continuidad de la
misma lecturaeneltiempoo
elperiodode completamiento
del libro en cuestión.
En otro apartado importantísimo, el 72 % de
los encuestados dijo preferir la lectura de libros
físicos y apenas un 5% eligió los libros
electrónicos. Esta última cifra puede estar
relacionada con el poco conocimiento que existe
en Ecuador sobre la existencia, en el mercado
nacional —la oferta es escasa—, de este tipo de
dispositivo y el hecho de que en el país, la
versión más barata de un Kindle, en el 2025,
ronda los 170 dólares, lo cual para un
estudiante, así trabaje, suele ser una inversión
muy costosa, en especial si, cuando lee, lo hace
durante una o media hora al día.
En cuanto a la preferencia sobre la versión
impresa de libros, nuevamente hay armonía
entre los resultados del estudio y el de la
Encuesta de Hábitos Lectores, Prácticas y
Consumos Culturales, puesto que el propio
Ministerio de Cultura y Patrimonio (2022)
asegura que, a pesar del predominio de los
dispositivos digitales, para algunas personas es
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mejor la experiencia de leer un libro impreso,
por la sensación táctil que permite.
En la lecturaimpresa,la corporeidad del texto
es tangible y la persona la relaciona con el
espacio y el tiempo, de modo que «su impacto
en nuestros procesos corporales actúa como
anclaje para recuerdos posteriores» (Schilhab et
al., 2020, p.112).
Este tipo de constatación de preferencia es
perfecto cuando se piensa en la posibilidad de
rescate de las bibliotecas como centros a donde
acude el estudiante a recrearse, a relajarse o a
solicitar libros para solaz suyo.
Cuando se preguntó si el encuestado había
visitado la biblioteca de su universidad para
solicitar textos de literatura, solo un 24 %
respondió de maneraafirmativa. Sin embargo, la
biblioteca de la UEA no cuenta aún con una
reserva de libros de literatura universal que se
sume a sus estanterías para uso y consumo de
estudiantes y docentes, de modo que ese
interés primario de los estudiantes por leer de
manera gratuita se ha visto frustrado a lo largo
de los años.
Esta podría ser una de las causas de que la
biblioteca, como institución, deje de ser una
opción preferente para el esparcimiento, como
evidencian los datos de la Encuesta de Hábitos
Lectores, Prácticas y Consumos Culturales ya
mencionados en la introducción de este artículo.
Talvezunodelosresultadosmás
interesantes de todos los obtenidos es el
relacionado con aquellas opciones que dificultan
la lectura de textos literarios. El 39 % de los
encuestados manifestó no lograr concentrarse,
seguido de un 14 % con un No tengo tiempo y un
13 % que dice aburrirse con facilidad.
Figura 4. Pregunta: De las siguientes actividades, ¿cuáles tres realiza usted con mayor
frecuencia en su tiempo libre durante la semana?
Fuente: Ricaño y Cárdenas (2025)
La fragmentación de la atención emerge
nuevamente y ello deja claro que unas de las
futuraslíneasdeinvestigaciónquese
implemente ha de estar relacionada con el
análisis de los tipos y formatos de contenidos
que se consumen en Internet o desde los
dispositivos electrónicos, puesto que lo que se
quiere recuperar con la lectura de textos
literarios es precisamente la capacidad de
sostener el enfoque y la concentración en la
lectura de textos extensos, de modo que la
inmersión se dé en toda su completitud .
Nadie optó por Me parece una pérdida de
tiempo,aunquehayestudiantesquehan
manifestado que nunca leen. Ello puede deberse
tanto a que hay un reconocimiento de los
beneficios que ofrece la lectura en cuanto al
conocimiento adquirido como al hecho de que
no es bien visto, por otros, el denostar una
actividad que se relaciona con el intelecto y el
pensamiento crítico.
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Compartieron un mismo porcentaje —el 12
%— aquellos que dijeron tener problemas en la
vista y no tener hábito de lectura. Un 9 %
afirmó no contar con libros de literatura a su
alcance e igual porcentaje aseguró no entender
bien los textos.
Este último dato puede estar en extremo
relacionado con la capacidad de concentración,
de modo que se necesitarán estudios para
corroborarlo
Los libros son muy caros para mí fue la
opciónmenosescogida,aunquepudiera
pensarse que, por el nivel adquisitivo, sería más
notoria. Ello confirma que los estudiantes
encuestados no piensan, por lo general, en
comprar libros.
A la falta de concentración, alimentada por el
uso diario de pantallas para gestionar sus vidas,
hay que sumar que un 64 % dice que sus padres
—o aquellas personas con las quevive—no leen
literatura en casa, de manera regular, siquiera
una vez al año, de modo que no hay un patrón al
cual imitar o desde el cual entusiasmarse con la
posibilidad de leer una obra literaria, puesto que
no será un tema de conversación cotidiana en el
hogar.
Solo un 40 %dicequehay títulos deliteratura
en su casa, mientras que el 50 % reconoce que,
en los últimos 5 años, nadie les ha regalado un
libro de literatura.
De aquellos que sí han recibido libros como
regalo, el 21 % dice que apenas ha sido un libro y
el 20 % manifiesta que, entre 2 y 3 libros, lo cual
es un número muy bajo si lo que se quiere es
estimular la lectura.
En este punto, se ha aclarar que, en la ciudad
del Puyo, donde radica la sede matriz de la UEA
y donde se estudia, de manera presencial, la
carrera de Comunicación, no hay librerías
especializadas donde puedan adquirirse libros
de literatura, en especial clásicos, y es apenas en
un supermercado y en librerías de venta de
insumos escolares donde pueden encontrarse a
veces alguna que otra obra de la literatura
universal testeada por el tiempo.
Unaspectodelquesehablóenla
introducción y que no podía faltar en la encuesta
era el de si la familia se ocupaba de familiarizar
al infante con los libros. Un 26 % aseveró no
recordar si le compraban libros durante su
niñez, más el propio hecho de no recordar
podría ya ser una señal de que es poco probable
que así haya sido. Si algo notorio tienen los libros
físicos es que, al tener corporeidad, los
asociamos con marcas de espacio y tiempo.
El mayor porcentaje, un 33 %, dijo que sus
padres nunca les compraron libros de literatura
durantesuniñez,loqueconstituyeun
antecedente importante porque hablamos de
infantes que, con probabilidad, crecieron sin la
compañía de títulos en derredor, siquiera para
ser ojeados o hasta rasgados.
Sin embargo, sí hay un 28 % de los
encuestados que diceque, algunas veces, le leían
en casa cuando eran niños y apenas un 9 % dice
que esa actividad conjunta era diaria o casi
diaria. En el otro extremo, un 27 % asegura que
nunca le leían, seguido de un 25 % que señala
que muy pocas veces.
Estas cifras muestran ya los gérmenes de la
poca regularidad del acto de la lectura entre los
estudiantes de Comunicación, explican también
el acto porcentajequelos quedicen quele aburre
siempre o a veces y también ofrece pistas de las
raíces de la inexistencia de un hábito lector ya no
solo detextos literarios, sino decualquier tipo de
texto.
Paraculminarla encuesta, se preguntó por los
beneficios que el estudiante de Comunicación
consideraba que tiene o podría tener el leer
libros de literatura.
En este caso, como se trataba de una
pregunta abierta, en la que se podía escribir, sin
límites de extensión, uno, ninguno o varios
beneficios, se optó por no medir frecuencia
alguna, sino por analizar respuesta por
respuesta y encontrar patrones de
posicionamiento.
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La figura que se comparte en este artículo
muestra una nube de las palabras más
repetidas, y entre ellas se encuentra léxico, pero
también enmenordensidadaparecen
palabras, vocabulario, nuevas palabras, y
todas estas
voces integran el mismo cuerpo de
pensamiento, de modo que, más que quedarnos
con un análisis superficial de la repetición de
ellas, se decidió agruparlas en las siguientes
categorías.
Tabla 1. Pregunta: ¿Para qué usted cree que sirve leer libros de literatura?
Categorías expresadas por estudiantes encuestadosNúmero de
estudiantes
Expresar sentimientos, abrir la mente y el alma 13
Desarrollar la imaginación 5
Desarrollar la expresión y aprender a desenvolverse 12
Relajarse, distraerse 6
Desarrollar la capacidad de lectura 6
Desarrollar el léxico 30
Desarrollar el entendimiento y la comprensión lectora 27
Adquirir conocimientos y experiencias 42
Redactar bien y con buena ortografía 22
No sirve de nada 2
Fuente: Ricaño y Cárdenas (2025)
Como puede observarse, la mayoría de las
opiniones se centran en la adquisición de
conocimientos y experiencias y en el desarrollo
del léxico, del entendimiento y de la compresión
lectora.
Apenas 6 personas mencionaron que esta
tipología de libros les permite relajarse y solo 5
la asociaron con el desarrollo de la imaginación.
Ello da la idea de que el estudiante ha llegado a
la lectura de libros desde la exigencia intelectual
y, por eso, traslada esa visión al texto literario, y
no al contrario, como sucede cuando el hábito
nace primero, pues ahí es donde entonces se ve
a la lecturadesde el disfrute y desde la capacidad
de desarrollo de la imaginación y la creatividad,
lo cual provoca siempre curiosidades y anhelos
por incorporar nuevos conocimientos en la vida
propia.
Ya, desde esa posición, el conocimiento, la
comprensión, la escritura y el léxico, se
incorporan,porañadidura,durantela
experiencia.
CONCLUSIONES
La presente investigación permitió realizar
un primer acercamiento exploratorio a los
hábitos lectores de los estudiantes de la carrera
de Comunicación, de modalidad presencial, de
la Universidad Estatal Amazónica, en el Oriente
ecuatoriano.
Figura 5. Nube de palabras que más se repitieron ante la pregunta ¿Para qué usted cree que sirve
leer libros de literatura?
Fuente: Ricaño y Cárdenas (2025)
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Se pudo constatar que no existen hábitos de
lectura de textos literarios arraigados entre el
grueso de los estudiantes de la carrera, puesto
que porcentajes superiores a la mitad de los
encuestados manifestaron una tendencia hacia
el aburrimiento a la hora de leer, de manera
general; aseguraron haber leído apenas uno o
ningún libro de literatura en un año; afirmaron
no haber comprado textos literarios en igual
periodo; y, al leer este tipo de escritos,
manifiestan tan solo dedicar entre media hora y
una hora al día para ello, lo cual constituye un
contacto escaso, mínimo, con la literatura.
Si se tiene en cuenta que, por lo general, los
libros de entrada al hábito lector son los
literarios puesto que son ellos los primeros que
se les leen a los niños (cuentos, aventuras,
poesías, noveletas), si se tiene en cuenta que
esos mismos niños después continúan con
grandesnovelas,biografías,poemariosy
ensayos, por ejemplo, podemos inferir que este
escaso afecto que se manifiesta hacia la lectura
por placer en los jóvenes estudiantes de
Comunicación de la UEA, aparte de obedecer a
un contacto nulo o descontinuado con los textos
literarios, es causa a la vez del poco interés por la
lectura de libros académicos propios del nivel
que cursan. Y esto a su vez conlleva al
crecimiento de la pobreza léxica y de los bajos
niveles de comprensión lectora que, cada vez
más, se observan en las aulas.
Otro hallazgo fundamental fue que, entre los
obstáculos principales para la lectura de textos
literarios, contrario a lo que pudiera pensarse, el
obstáculo por excelencia señalado por los
estudiantes no fue ni la carencia de dinero ni la
falta de tiempo ni los problemas en la vista, sino
másbienlafaltadeconcentración,la
incapacidad para centrarse en una sola tarea.
Este problema no es menor porque viene
asociado al ADN de una generación que creció
usandodispositivoselectrónicosque,al
alimentar la multitarea, fracturan la capacidad
de atención.
Hoy en día, la mayoría de los estudiantes de
la carrera tienen un teléfono celular y lo
emplean para todo, incluida la lectura de los
libros o artículos digitales orientados en el
aula. Ello significa que esa lectura, además de
ser difícil por los reflejos que provoca el
brillo en la
pantalla, es molesta por la propia letra pequeña
que muestrael celular y se veráinterrumpida por
las propias características de un dispositivo que,
además, permite la entrada de llamadas y
notificaciones, la visualización de videos y de
imágenes, el acceso a redes sociales, a juegos…
Dejarlos en ese tipo de lectura superficial,
fragmentada y corta, alimentara aún más la
ruptura con toda posibilidad de construcción —
aunque ardua en una etapa universitaria— de
hábito lector alguno.
Por último, se pudo conocer que los
estudiantes asocian la lectura de textos
literarios con beneficios muy de tipo
intelectual, como adquirir conocimientos,
aprender a redactar o ampliar el léxico y no
tanto con el desarrollo de la imaginación y la
experiencia de nuevos mundos.
Es probable que, en algunos casos, las ideas
dadas provengan más de lo que han escuchado
decir a sus docentes o a otras figuras que
respetan (o temen) que de la propia consciencia
delo que este tipo de actividad les
puedeaportar. Esta es una de las limitantes de la
encuesta como instrumento, puesto que los
entrevistados dicen, en ocasiones, lo que creen
que quiere escuchar el entrevistador porque
saben que esa sería una respuesta deseable que,
además, les permitiría quedar bien ante la
mirada ajena.
Conlapresenteinvestigación,seha
pretendido arrojar un poco más de luz, más
localizada, sobre un fenómeno que afecta en
varias partes del país: la ausencia de hábitos
lectores entre los ciudadanos. Si bien las
universidades llegan tarde a la vida de jóvenes
estudiantes carentes de un hábito lector, lo
cierto es que habría que establecer un espacio,
en el camino, donde si bien no se genere un
cambio radical de un momento a otro, puesto
que el gusto por la lectura se gesta desde la
infancia y durante años, se puede alimentar
también desde la curiosidad que aún subsiste en
los jóvenes universitarios.
La generación de espacios para lectores de
textosdeliteraturaenlasbibliotecas
universitarias es una acción que se precisa con
urgencia, como forma de estimular esa lectura
tanto en alumnos como en docentes. Con los
proyectos adecuados que puedansurgir,
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producto de la identificación de necesidades,
muchos de esos libros se podrán llevar a las
aulas, con independencia dela materiaquesedé,
para ayudar a aumentar el rendimiento escolar.
Al final, es un camino que beneficia tanto al
estudiante como a la sociedad y al profesor.
Este trabajo se inserta dentro de uno más
amplio que procura mejorar los niveles de
comprensión lectora de los estudiantes de la
carrera de comunicación de la UEA, a partir del
desarrollo del gusto por la lectura y partiendo de
la lección de los clásicos.
Una de las líneas de investigación que urge
priorizarseencuentraasociadaala
identificación de los tipos de contenidos que
provocan la fractura de la atención y la
incapacidad para la lectura profunda y extensa,
puesto que ello va a permitir adentrarnos en los
porqués de los niveles de comprensión lectora
que, con posterioridad, se midan.
Irene Vallejo, autora con la que inició este
artículo, destaca la existencia de lo que llama
una crisis de distracción, que nos hace cautivos
de la prisa y provoca que la paciencia y la
serenidadcognitivaque,porlogeneral,
acompaña a un buen lector ceda ante el
estímulo del espectáculo denunciado, desde
el siglo pasado, por el filósofo francés Guy
Debord (Vallejo, 2020).
Contra esta distracción hay que jugar, no a
contrarreloj, como anuncian muchos, sino de
manera calmada, poco a poco, tejiendo con los
años lo que años lleva.
En 1980, Isaac Asimov escribía, en su ensayo
titulado El culto a la ignorancia que el
estadounidense era capaz de hacer su firma, de
leer titulares, pero que, cuando le tocaba leer 1
000 palabras escritas de manera consecutiva le
erayadifícilen exceso y, sin embargo, había una
adaptacióncomplacientedelasociedad
democrática a afirmar lo siguiente: «My
ignorance is just as good as your knowledge»
1
(p.19).
45 años después, es una idea que se ha
extendido a buena parte del orbe y a la que hay
que decirle «no, no es tan buena». Lo ideal sería
que se le enfrentase desde la casa; pero, ante el
panorama que tenemos hoy en nuestra
sociedad, ese «hacer frente» lo tiene que
asumir, con paciencia y vehemencia, la
academia.
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SAGA Rev. Cienc. Multidiscip. | e-ISSN 3073-1151 | Abril-Junio, 2025 | vol. 2 | núm. 2 | pág. 116-132
Ricaño Noguera, Y., & Cárdenas Vela, M. E.
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declaran no tener conflictos de intereses.
DERECHOS DE AUTOR
Ricaño Noguera, Y., & Cárdenas Vela, M. E. (2025)
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